El alcalde Alejandro Eder tiene en sus manos el legado de su antecesor, Jorge Iván Ospina. Recibió cinco grandes parques en construcción, con más de 270 mil millones comprometidos. Representan un esfuerzo necesario para mejorar los espacios públicos de Cali, pero también un “chicharrón” que Eder no ha definido cómo va a resolver.
Comenzaron a construirse justo después de la pandemia y del estallido social de 2021, una de las crisis más grandes que ha tenido Cali en su historia. Son una apuesta ambiciosa de espacio público, más de 100 hectáreas proyectadas en cinco sectores distintos de Cali. Una extensión similar a la del Simón Bolívar de Bogotá.
Sus promotores los veían como símbolo de resiliencia, de una ciudad que construye lo público sobre predios que eran dominados por la mafia y codiciados por la industria inmobiliaria. Pero sus detractores los veían como un derroche en un momento en que la ciudad apenas se estaba recuperando del golpe de la pandemia y el paro.
Los parques no son la prioridad de Eder, pero inevitablemente marcarán el inicio de su gobierno. Serán las primeras obras a las que les podrá cortar el listón y un atractivo para los cerca de 12.000 visitantes que llegarán a la ciudad para la COP16 en octubre.
Para Ospina, representan la oportunidad de revindicar su gestión, que terminó con la popularidad por el suelo y cuestionada por varios escándalos de presunta corrupción.
La Silla Vacía visitó los parques y tocó puertas en las oficinas para entender la dimensión del proyecto. También revisó los datos del Laboratorio Mi Cali Contrata Bien, que les ha hecho seguimiento desde el día uno.
La herencia no pedida que Ospina le dejó a Eder
Ospina repitió Alcaldía en 2019 con la promesa de impulsar grandes obras, como en su primera administración (2008-20011), cuando prometió 21 “megaobras”. En su segundo mandato buscó repetir la fórmula pero en menor proporción.
“Una de las cosas que más le gusta a Ospina es inaugurar cemento. Su meta general era la infraestructura y dentro de esa meta estaban los parques”, dijo Enrique Rodríguez Caporali, director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad Icesi y experto en historia urbana. “El estallido social y de la pandemia acabaron con la mayoría de lo que se había pensado en infraestructura. Los parques son lo que queda de esa meta”, agrega.
En 2020, el exalcalde comenzó a gestionar predios y plata para sus ideas. Con autorización del Concejo, firmó un crédito del cual ya se comprometieron $646 mil millones y el 40 por ciento fue para los “parques para la vida”, como los llamó Ospina. Su narrativa estuvo basada en la protección de la biodiversidad, la identidad cultural del Pacífico y la resiliencia de la ciudad.
“Tienen que ver con la carga cultural e identitaria de Cali. Están pensados para que duren más de lo que uno mismo dura”, dice el exalcalde.
Las obras comenzaron entre 2022 y 2023 y debían haber finalizado el año pasado, pero solo una de ellas está abierta, la del Bulevar del Oriente. Cristo Rey y San Fernando están en sus etapas finales, tras múltiples adiciones y prórrogas. Pacífico y Pance están empantanadas y su futuro todavía no está claro.
“Los ecoparques son un chicharrón, pero son necesarios para Cali. El problema es que la planeación que se hizo no era la que tenía que hacerse”, dice Mauricio Mira, director del Departamento de Gestión de Medio Ambiente (Dagma). “Hubo mala planeación y corrupción. Ahora nos toca agarrar el toro por los cuernos y salir adelante con eso”, concluye.
“Los proyectos ayudan a cambiar la cara de la ciudad y son importantes. Sin embargo, uno tiene que hacer las cosas paso a paso y no al mismo tiempo, porque los recursos son limitados”, dice Maria Eugenia Lloreda, asesora del alcalde Eder y líder del proyecto San Fernando.
En el pasado, Tanto Rodrigo Guerrero, como Maurice Armitage se encargaron de terminar las megaobras que arrancó Ospina en su primer periodo. Ahora, la situación es similar.
“Su preocupación no parece ser inaugurarlas”, dice el profesor Rodriguez. “Él tiene una gran capacidad de imaginar las cosas, pero después delega su ejecución y su viabilidad. Son otros los que tienen que sacar adelante sus ideas, pero al final del día él es quien puede sacar réditos del resultado de las obras”, añade.
Bulevar de Oriente
El proyecto que saca la cara es el Bulevar del Oriente, que ya fue entregado. Comenzó a construirse en junio de 2022 y se inauguró en diciembre pasado, con la visita del presidente Gustavo Petro.
El Bulevar es una pausa de un kilómetro de largo. Una tregua al movimiento del tránsito y la algarabía del comercio en el oriente, que comienza en un callejón estrecho al lado de la estación de Policía de Los Mangos, en la Comuna 14. Al entrar, se despeja el paisaje en una de las zonas más densas de Cali.
Es una franja de asfalto alternado con pasto, llena de lugares para sentarse, jugar o hacer deporte. A lado y lado hay murales monumentales con ilustraciones de animales, caricaturas y rostros, todos muy caleños. El recorrido parece turístico, pero está hecho para los que viven ahí.
La obra terminó el 20 de marzo y actualmente las entidades de la Alcaldía están recibiéndola para liquidar el contrato. El costo final, solo del contrato de obra, fue de $36 mil millones, 8.500 más de lo que se estimó en un principio. La Unidad de Gestión de Bienes y Servicios será la encargada de definir un modelo para su administración.
Poco a poco, el “pedazo”, como le dicen los caleños a los barrios, se va apropiando del Bulevar. Su entrada es vigilada por las miradas gachas de grupos de jóvenes, que pasan la tarde entre humos. Los domos que se construyeron para negocios siguen cerrados, pero el sendero está lleno de manjares: obleas, raspados y churros que se venden informales en toldos. El señor del helado pasa campaneando, con la complicidad del calor de la tarde.
Conforme baja el sol, después de las cuatro, el lugar encuentra su esplendor. La gente se vuelca a sus pérgolas para sentir la brisa fresca que baja del oriente y los colores de los muros aumentan su intensidad. Los fines de semana se arman pachangas y se baila salsa con desparpajo hasta tarde de la noche.
Parque Cristo Rey
Bordeando las laderas se llega al Cristo Rey, la estatua de 26 metros y brazos abiertos, en el cerro de Los Cristales. Los predios, como muchos otros en Cali, fueron expropiados a la mafia.
El Tramo Dos del parque comienza en la parte alta del barrio San Fernando, detrás de la sede de la Universidad del Valle. Allí está la Plazoleta de los Estudiantes, bajo un obelisco de metal. Zigzaguea sobre la ladera en una pasarela elevada que roza las rejas de varios condominios.
El sendero se hizo con la idea de ponerles límites a las casas, que cada vez buscan más la frescura del monte. La construcción perturbó esos planes y provocó una acción popular que en febrero la mantuvo suspendida un par de semanas, pero después se cayó. También alarmó a grupos ambientalistas, debido a las consecuencias forestales de una construcción a esa escala.
Este tramo está dividido en dos fases. Los contratos de obra suman $40 mil millones y van hasta agosto, con un avance actual que supera el 80 por ciento, por lo que serían entregados en septiembre. Más arriba, el sendero pasa por la nueva Plazoleta de la Resiliencia y remata en un puente peatonal sobre la Avenida Los Cerros, que en el futuro conectará con otros dos tramos para llegar al quinto.
Este último es el de la cima, donde está el monumento, que fue erigido hace 70 años por el cincuentenario de la Guerra de los Mil Días. Desde entonces mira a los caleños desde lo alto, pero sin llamar mucho su atención, hasta ahora.
Solo la obra costó $43 mil millones, luego de que se la adicionaran casi $16 mil. Fue terminado en junio y está a la espera de trámites administrativos para abrir sus puertas. Como ya está listo, algunos turistas se confunden. Un grupo de seis gringos perdió la subida de 20 minutos en carro y le tocó conformarse con ver desde la reja al “Señor de Los Cristales”.
Además de los parqueaderos y de los kioscos comerciales, hay varios miradores y un edificio de tres pisos, apto para cualquier evento o misa patronal. En el sótano hay un auditorio, en el segundo piso una plazoleta de comidas preparadas y en el tercero un mirador de 360° desde donde se ve todo lo que es Cali y las lomas de la cordillera occidental.
Más pasarelas conectan al mirador con el Cristo y lo circundan formando su pedestal. Fue restaurado y su túnica se alumbra de colores según la fecha especial, durante la Copa América tuvo la bandera tricolor. A sus pies, una placa cubierta con plástico tapa los nombres de quienes quisieron ganar indulgencias en su nombre.
La Secretaría de Vivienda está a cargo de la obra, pero el Departamento de Medio Ambiente (Dagma) será su administrador. El director, Mauricio Mira, prevé la necesidad de contratar un operador que mantenga en forma al Cristo y defina una tarifa para conocerlo. Todavía no hay fecha, pero se espera que en la COP16 ya esté abierto.
Respecto a los demás tramos, todavía no hay recursos asegurados y hacen falta diseños a detalle. Sin embargo, la secretaria de Vivienda, Maria del Mar Mozo, dice que la idea es dejar todo el proyecto listo en este cuatrienio.
Parque San Fernando
El Club San Fernando se fundó en los años 30 en el centro-sur y fue la sucursal de la élite de Cali. Por 70 años acogió a todos los apellidos famosos de la ciudad, pero su fama se desmoronó en este siglo, cuando en una crisis económica quedó en manos del narcotráfico.
Bernardo Pinzón, supuesto testaferro del famoso narcotraficante “Chupeta”, compró la propiedad y demolió la historia del club, pues tenía en mente un nuevo centro comercial. Pinzón fue asesinado en 2008 y el predio quedó en manos de la Sociedad de Activos Especiales (SAE). Después de la gestión del exalcalde Maurice Armitage, la Alcaldía de Ospina se hizo con el lote en 2020 y comenzó el proyecto del parque tecnológico.
Se está construyendo la primera de sus cinco etapas y supera un 90% de avance. Es un “centro creativo digital”, que incluye salas de producción audiovisual, planetario, laboratorios de innovación y una zona empresarial. La obra tuvo un costo de $81 mil millones, incluyendo 27 mil de adiciones.
Desde afuera se ve como un cubo naranja con un domo en la mitad. Adentro hay pantallas verdes y trajes de animación, trusas oscuras con nodos adheridos que le permiten a un software animar los movimientos humanos. El parque promete conectar a Caliwood, el movimiento cinematográfico insignia, con las nuevas tendencias, y acercar las oportunidades de empleo de la industria tecnológica.
Debía estar listo en diciembre del año pasado, pero ahora se espera que la obra se termine este 31 de julio. Su inauguración será a principios octubre y durante todo el mes tendrá programación relacionada con la COP16. La Secretaría de Desarrollo Económico firmó un convenio por $3.500 millones con la Institución Universitaria Antonio José Camacho para su operación durante este año, mientras se crea una entidad mixta para su gestión.
Corazón de Pance o COP16
Muy al sur, lejos del bullicio, está el parque Corazón de Pance, que ahora será una estampa de la COP16. Comenzó a construirse en 2022 como frontera natural entre el río y los grandes edificios que se estaban acercando.
Sobre el bosque de 44 hectáreas se erigieron grandes pasarelas que forman un sendero circunvalar con dos miradores y caminos de grava que se internan en la naturaleza, creando un enjambre de rutas posibles.
Las pasarelas pasan por salones, baños y una plazoleta, que todavía están armándose. Para levantarlas, fue necesario abrir una cicatriz en la vegetación y ahuyentar a las especies silvestres. Literalmente, un ingeniero forestal se encarga de espantar los zorros y guatines para evitar que accidentes que se enreden entre las máquinas.
Está en construcción la primera de varias fases, y aunque debía estar lista en diciembre, fue prorrogada hasta este 19 de julio, pero tampoco fue suficiente. Según el director del Dagma, el nivel de avance es preocupante, por lo que está sobre la mesa posibilidad de liquidar el contrato con la Unión Temporal, conformada mayoritariamente por Construpacicol S.A.S.
“Llegamos a un punto en que si no cumplen, tenemos que ejercer lo que los contratos configuran, una liquidación y un plan de contingencia para hacerlo avanzar”, le dijo a La Silla la semana pasada. “Ya veíamos venir esto y tenemos planes de contingencia porque sí o sí tiene que entregarse antes de la COP”, agregó.
Sin embargo, el jueves, en debate de control político, el director se alejó de la posibilidad de liquidar, por las demoras que implicaría, y anunció que la obra se suspendió hasta el 18 de agosto: “no vamos a entregar un peso más”, dijo.
El contrato de obra alcanza los 38 mil millones y le falta alrededor del 20 por ciento, esta vez debería finalizar a más tardar en septiembre. El parque también tendría una tarifa de ingreso y sería operado a través de una entidad privada.
En unos años, los árboles cubrirán los senderos y los animales volverán a sus viejas madrigueras. Por ahora, los escombros no dejan ver a plenitud la experiencia tropical del piedemonte de los Farallones.
Parque Pacífico
Está hacia el norte, sobre el lecho del río Cali, cruzando la calle que lleva a la Terminal de Transportes. Busca ser la sede de los sabores de la región, con una gran galería abierta que ofrecerá platos típicos y destilados. Se construyó sobre una zona deprimida, rodeada de talleres y bodegas, que debe transitarse con cuidado.
Le dicen el Parque del Barco porque el año pasado la armada donó el buque Jaime Eduardo Cárdenas, que ahora se posa en una terraza al lado del río. Después de que sus partes viajaran desde Buenaventura, donde antes surcaba las aguas del Pacífico, está siendo restaurado para que los curiosos puedan entrar a tomarse una foto en su cubierta.
Se está construyendo la primera de tres fases, con dos senderos principales que pasan por bancas, comedores, siete kioscos de artesanías y alambiques. Al final, están tres grandes marquesinas donde habrá 20 cocinas, con sus respectivos mesones. Será un pedacito el Petronio Álvarez, el festival folclórico del Pacífico que hospeda Cali todos los años, para quien no pueda esperar hasta agosto.
Es el proyecto más estancado de los cinco. El contrato de obra se firmó por $27.300 millones, con la Unión Temporal conformada por Hugo Giraldo Parra y Disucon S.A.S Era hasta diciembre del 2022, pero se aplazó hasta 2023 y apenas llegó a la mitad. En consecuencia, se quedó sin vigencia presupuestal y con un déficit de $10 mil millones.
Después de $6 mil millones en adiciones y más de un año de retraso, la obra no ha sido entregada y estuvo suspendida entre marzo y junio por problemas con las redes sanitarias. La Alcaldía actual ya consiguió la plata para terminarlo y firmó una prórroga hasta el 17 de agosto, pero ya se piensa ampliarla hasta noviembre para completar el 40 por ciento que falta. Además, aún está pendiente por gestionar la plata para instalar y dotar las cocinas.
Se espera que al menos dos tramos estén habilitados para la COP, pero lo más probable es que el menú todavía no esté disponible para esa fecha. La segunda etapa, un puente peatonal que conecta al parque con el barrio Berlín, sí tiene recursos asegurados y la tercera está pendiente por diseños.
Eder le busca la comba al parque
“No se pueden establecer como proyectos de Ospina, sino proyectos de ciudad. La administración debe tomarlos con gestión integral y eso no lo ha realizado después de siete meses”, dice el exalcalde Ospina. “A veces la administración se llena de celos, cuando lo que debería importarle es la ciudad”, agrega.
Sin embargo, mientras estuvo en el poder, no perdió ninguna oportunidad de dejarles su marca. El lema de su Alcaldía fue “Puro Corazón por Cali”, por eso Ospina, que es médico, se inspiró referencias cardiovasculares para nombrar los parques. Se refería a ellos como “un latido para siempre”.
Fue incluso más allá e inauguró el parque de Cristo Rey dos días antes del final de su mandato, sin que las obras estuvieran listas. Una semana después, la nueva Alcaldía volvió a cerrarlo para terminar las obras.
El Cristo Rey no ha sido santo de devoción de Eder. En 2022, cuando comenzaba a ambientar su segunda campaña, criticó el proyecto: “La ciudad está destruida, la inseguridad es la peor de las grandes ciudades Colombia, la educación está mal y hay muchos efectos de la pandemia, ¿cómo vamos a gastar una cantidad absurda de plata en este parque?”.
Como era de esperarse, su alcaldía no le ha dado mucho protagonismo a ese ni a los demás escenarios, por lo que a pocos meses de su inauguración no hay mucha expectativa entre los ciudadanos. Sin embargo, ya se notan algunos esfuerzos de Eder por resignificarlos.
“Habrá que ver cómo lo logran. El de Pance y el de Cristo Rey están muy definidos. El de Cristo Rey le genera mucha presión a Eder de la gente que vive en el oeste, que es de estratos altos y está descontenta con la obra”, dijo el profesor Enrique Rodríguez. “Han hecho un esfuerzo interesante por resignificar el de San Fernando, que era un proyecto sin un foco claro”, agregó.
Los cambios comenzarían por los nombres. El parque Corazón de Pance ahora sería el de la COP16 y el San Fernando todavía no lo ha definido, pero tendrá uno nuevo. Estos dos parques son los más afines a las líneas de gobierno de Eder.
El primero es un escenario para exponer la exuberancia de la naturaleza, justo en el evento sobre biodiversidad más importante del mundo.
“La COP16 se va a ir, pero van a quedar muchas cosas. Lo que queremos es que ese parque esté asociado a la biodiversidad”, explicó Mauricio Mira del Dagma. También dejó ver los matices que se le quieren dar al proyecto en las próximas etapas: “Le apostamos a que sean más ecosistemas que construcciones, que era la mirada anterior. Queremos darle prioridad a la contemplación”.
El otro parque al que Eder le puso el ojo es el de San Fernando. Ahora tendrá un nombre relacionado con el concepto de “tejer sin raíces” y no será netamente museológico, sino de emprendimiento. Una visión alineada a la mirada empresarial que Eder, miembro de una familia de industriales de la caña, le ha dado a su alcaldía.
“Este proyecto trasciende administraciones y piensa en ciudad, no tiene tintes políticos. Lo reconceptualizamos para volverlo sostenible”, dice Maria Eugenia Lloreda, asesora de Despacho y líder del proyecto. “Uno de los edificios será un lugar de asentamiento para empresas y emprendimientos. Es la única manera de volverlo sostenible porque un museo no se sostiene solo”, continuó.
Además del centro creativo, se proyectan otros tres edificios: un museo interactivo, un parque tecnológico y un hall de exhibiciones, además del parqueadero. Todo el complejo cuenta con licencia de construcción y las siguientes dos etapas quedaron en el Plan de Desarrollo. La velocidad de su progreso depende de la gestión de recursos, tanto de la Alcaldía, como de otras entidades públicas y privadas.
Otro punto en el que difieren la administración pasada y la actual es en la forma como se debe financiar la operación de los parques. Todo apunta a que los dos ambientales y el de tecnología cobrarán la entrada, lo que abre el debate alrededor de su vocación pública.
“Sería un error cobrar por subir a Cristo Rey. Los emprendimientos que el monumento tiene deben concurrir en la financiación”, dice el exalcalde Ospina. “La administración debe aforar un presupuesto complementario para que esos proyectos sean sostenibles”, continuó.
Lo que argumenta la administración de Eder es que no es posible mantenerlos funcionando óptimamente si no tienen garantizada la plata hacerlo.
“Los dos ecoparques tienen que tener un costo de ingreso, así sea mínimo y diferenciado, como pasa en todos los parques del mundo. Ese recurso les da autosostenibilidad económica, para que no dependan de los fondos del Distrito”, dice Mira. “Con un costo la gente lo valora más, es importante generar esa cultura y esos recursos, de lo contrario, no van a durar mucho”, agregó.
Con cinco grandes parques por ejecutar, Eder arranca su gobierno con la camisa de Ospina. Más allá del nombre que lleve la placa, a final de año la ciudad tendrá cinco nuevos espacios para disfrutar, pero también para sostener.