Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Cuestión social, agenda social, política social y organizaciones de la sociedad civil fortalecidas son las condiciones del cambio social genuino e incluyente.
Son variadas las voces que describen estos tiempos con la palabra “crisis”, asociada a recesión democrática, desigualdad creciente, injusticias patentes o al entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo (o Vica). Ante tales acechanzas, vale la pena recordar al poeta alemán Friedrich Holderlin para afirmar que allí donde hay peligro, también crece lo que nos salva. Conviene darle espacio a las múltiples propuestas que invitan a poner la mirada en las antípodas del catastrofismo: por ejemplo, volcando la atención hacia atributos y capacidades como cooperación, solidaridad y confianza.
Sin duda, no son planteamientos infundados los que nos enrostran las disímiles facetas de la crisis que padecemos: la región sigue siendo la más violenta y la más desigual del mundo, el índice de bienestar subjetivo ha venido cayendo, la polarización política va al alza, las perspectivas de crecimiento económico son bajas y el caos climático es evidente. Pero tampoco carecen de fundamento las exigencias de sacar a relucir las posibilidades de mejora de lo que somos y habitamos con el fin de ver, mover y conmover, juntos, un país catalizador y promotor de cambio social. Reimaginar la cooperación y apuntalarse en el tejido de organizaciones de la sociedad civil ha sido y seguirá siendo nuestro camino para pensar y actuar juntos en medio de la adversidad pasada y la que se avizora en el horizonte.
Cabe recordar que, de acuerdo con la Real Academia Española (RAE), el adjetivo social se define como aquello perteneciente o relativo a la sociedad, de tal manera que no es posible concebir lo social como terreno impersonal. Por el contrario, somos nosotros y nuestra probada capacidad de juntarnos alrededor de propósitos comunes, lo que nos permite entender los asuntos sociales como espacio de encuentro, diálogo, mediación y acción colectiva.
Para darle sentido y contenido al cambio social que nuestro país exige y merece es necesario pasar revista por los pasos previos de la cuestión social, la agenda social y la política social, o bien, darle centralidad al debate público, la visión común y la acción colectiva: palabra y propósito para llamar a la acción. La pregunta cómo vivir bien juntos, sirve de orientación para recordar y acordar las cosas que han de hacerse, por ejemplo, alrededor de la agenda ciudadana de empleo, educación y salud con foco territorial y criterio poblacional juvenil.
Entender el cambio social requiere erradicar el protagonismo de líderes mediáticos reducidos a vana palabrería y visibilizar los modos –ciertamente existentes– de liderazgo mediador de las organizaciones sociales. No olvidemos que en la base de la comprensión del cambio social como proceso se encuentran los liderazgos silentes, pero movilizadores de ideas y recursos que transforman realidades. Organizaciones de base comunitaria, asociaciones, cooperativas, fundaciones empresariales, iniciativas culturales y el largo etcétera de organizaciones del tercer sector son la piedra angular de la transición de la policrisis actual a la transformación social.