Juan Fernando Cristo llegó pisando duro a la Casa de Nariño, otra vez. En un discurso de 10 minutos, el nuevo ministro del Interior anunció que el gobierno Petro va impulsar una asamblea nacional constituyente en el Congreso. Dijo que su convocatoria final se hará en el próximo gobierno, y que estará precedida de un “acuerdo nacional” con los partidos, los gremios y las altas cortes, entre otros sectores. También dijo que asumirá la implementación del Acuerdo de Paz con las Farc, además del trámite de una agenda ambiciosa de reformas.
Con la llegada de Cristo al gabinete, Petro le da un viraje sorpresivo a su tercer remezón ministerial en función del 2026. Con la apuesta de Cristo frente a la constituyente, Petro posiciona el cambio de la Constitución de 1991 como uno de los temas centrales de las próximas elecciones presidenciales.
Lo hace con un vocero curtido y un operador político cercano a dos expresidentes, Ernesto Samper y Juan Manuel Santos, y que también tiene fuertes conexiones en el centro político, un sector que salió del gabinete en medio de duros choques con el presidente. Su llegada marca un cambio sustancial en el alto gobierno luego de tres cambios en Justicia, Agricultura y Transporte que dieron señales de continuidad.
Cristo, de 59 años, fue ministro del Interior durante el gobierno Santos, y viene de respaldar la coalición Centro Esperanza en las presidenciales del 2022, con Sergio Fajardo a la cabeza. Y, a diferencia de otros miembros del gabinete, tiene un peso propio que le da capacidad de negociación con el presidente y con múltiples sectores políticos y económicos.
La constituyente: el vehículo para una futura alianza con el centro
Cristo trazó el camino hacia el 2026. El ministro designado dijo que desde la próxima semana impulsará un “acuerdo nacional” para que, en el próximo gobierno, se convoque una constituyente que cambie la Constitución de 1991. Es decir, en la mitad del período del gobierno Petro, y a más de año y medio de una nueva campaña presidencial, Cristo anticipó la constituyente como una de las grandes banderas de las presidenciales.
En la izquierda entienden su nombramiento como un guiño al centro. “Es un signo de apertura política. Cristo es alguien que proviene de un sector que no está representado en el gobierno”, dice la senadora Clara López, del Pacto Histórico, quien compartió gabinete con Cristo durante el gobierno Santos.
Y en el alto gobierno interpretan el movimiento como una estrategia para el 2026. “Desde la debacle de Álvaro Uribe, no existe un sector mayoritario que pueda ganar en solitario una elección presidencial”, dice un alto funcionario del ala más a la izquierda del gobierno, quien pidió la reserva de su nombre. “El nombramiento de Cristo es un mensaje para el centro liberal: nosotros los necesitamos para ganarle a la derecha, pero ellos también nos necesitan”, agrega.
Los principales rivales políticos de Petro han empezado a responder en función del 2026.
“No han podido con el país estos 2 años y ¿creen que van a extender su desgobierno hasta el próximo periodo?”, trinó la exalcaldesa de Bogotá, Claudia López, una de las candidatas presidenciales que se vislumbran. La directora de Semana, Vicky Dávila, quien está en el sonajero presidencial, también señaló la constituyente como la estrategia de Petro para revalidar su poder en las próximas elecciones.
“Sufrirá la democracia y muchos de los principales problemas del país seguirán desatendidos”, escribió el exministro de Educación, Alejandro Gaviria, quien asegura que la movida de Petro con Cristo busca acorralar al centro político de cara al 2026.
Gaviria sostiene que Petro está pensando para Colombia un escenario político similar al que hoy vive Francia en el 2026. En este país, la primera vuelta de las elecciones legislativas dejó como ganador a Agrupación Nacional, un partido de extrema derecha. Para la segunda vuelta, la coalición de izquierda le está proponiendo a los liberales de centro que presenten candidaturas conjuntas para derrotar a los candidatos de la derecha, e impedir que se queden con el ejecutivo francés.
De hecho, el presidente Petro ha destacado esta estrategia electoral de la izquierda francesa como una fórmula para que los “nazis” no avancen en Europa, y ha trinado varias veces al respecto.
Bajo esta teoría, Petro intentará llevar a una izquierda unificada y movilizada para el 2026 (entre el 30%-35% del electorado), estimulando en la derecha la aparición de una figura opositora radical al gobierno, y obligando al centro a elegir con la sombra de la constituyente en el panorama. “O el centro elige bando, o caen en el ostracismo”, dice la fuente del alto gobierno sobre la estrategia del petrismo para el 2026.
La claridad y las volteretas de Cristo
Cristo, a diferencia de Petro, está aclarando el camino de la constituyente. Empezando porque anunció que su trámite se hará por el Congreso, y su convocatoria no se hará bajo este gobierno, lo que ahuyenta el fantasma de la reelección de Petro.
El presidente, en cambio, lanzó el globo de la constituyente desde marzo hasta diluirlo en el concepto de “poder constituyente”. Luego propuso un referendo para hacer un “acuerdo nacional” con la “oligarquía colombiana”. Mientras tanto su excanciller, Álvaro Leyva, promovió la teoría sin sustento jurídico de que a través del Acuerdo de Paz se puede convocar una constituyente.
Cristo, un político de Norte de Santander, dijo que uno de sus propósitos es impulsar una mayor descentralización territorial y fiscal en las regiones. Es decir, garantizarles más plata y autonomía política a los departamentos y municipios. Esta idea coincide con el referendo que promueve el gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, quien es un duro crítico de Petro y pertenece a la entraña del uribismo. Eso quiere decir que Cristo tiene terreno para conseguir acuerdos incluso con los sectores políticos más alejados del gobierno.
Pero la claridad de Cristo viene precedida de grandes volteretas.
El 29 de mayo, el nuevo ministro escribió que la “Constituyente es inviable” y la “Reelección es imposible”, insinuando que la posibilidad de un nuevo mandato de Petro era la verdadera motivación de la propuesta. Esas afirmaciones ahora las matiza diciendo que la inviabilidad de la propuesta lo es en tanto no exista un gran acuerdo nacional, la misión que se ha impuesto Cristo como minInterior.
Su movimiento, En Marcha, también ha sido ambiguo en su posición frente al gobierno en el Congreso. En 2023, luego de una encuesta digital a sus militantes, la colectividad, que entonces era un partido, pasó de estar en la coalición de gobierno a declararse como independiente.
Uno de los tres congresistas de En Marcha, el senador Gustavo Moreno, es uno de los votos indecisos para el gobierno en el Congreso. Moreno pertenece a la Comisión Séptima del Senado, por donde pasan las reformas sociales, y fue uno de los que impulsó la comisión de 0,7% para los fondos privados de pensiones, una propuesta que quedó en el texto final de la reforma pensional del gobierno.
Cristo, además, entra al gabinete como un duro crítico de la política de paz total de Petro. Entre sus cuestionamientos están los diálogos con las disidencias de las Farc, con las que el gobierno tiene una mesa de negociación, como es el caso de la “Segunda Marquetalia”, el grupo criminal liderado por alias “Iván Márquez”.
Un peso pesado, y con voz propia, ha entrado al gabinete
Cristo entra a cumplir sus objetivos con un peso político propio. Fue el único recambio en el gabinete que no fue anunciado apenas sacaron a su antecesor, el exministro Luis Fernando Velasco. Y su primer acto público como ministro llegó antes de ser posesionado. Aún como designado dio una declaración desde el salón de conferencias de la Casa de Nariño, donde de inmediato asumió como uno de los principales voceros políticos de Petro y contó que habló durante “horas” con el presidente Petro antes de aceptar el cargo.
Como lo contó La Silla, Petro llamó personalmente a Cristo para ofrecerle el ministerio, una tarea que generalmente deja en cabeza de su mano derecha, Laura Sarabia, directora del Dapre.
“Le mandaron mensajeros como Iván Cepeda y Alexander López para sondearlo. Hasta que el presidente habló con él, y lo convenció en una o dos conversaciones largas”, le dijo a La Silla una persona cercana a Cristo, quien pidió la reserva de su nombre para entregar detalles. “Lo convenció con la posibilidad de tener autonomía al interior del gobierno para construir un diálogo con diferentes sectores”, agrega.
Eso marca que Cristo, a diferencia de buena parte de sus altos funcionarios, tendrá línea directa con el presidente, un activo que no tuvieron ni Velasco ni su primer minInterior, el también santista Alfonso Prada.
La línea directa con Petro y la promesa de autonomía es clave para los acuerdos que Cristo piensa liderar con sectores alejados del gobierno, como los gremios empresariales. “Cristo es un político pragmático que sabe bien que, al final del día, ningún cambio puede lograrse sin un consenso que lo respalde”, dice Jorge Enrique Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC).
Sin embargo, Cristo llega al gobierno con el riesgo de un presidente que ha renegado del centro, del santismo, y del Acuerdo de Paz, del que fue uno de sus principales promotores. Petro ha dicho que su alianza con los liberales de centro fue un obstáculo para su programa de gobierno, y en los dos primeros remezones sacó a sus principales representantes, como los exministros Gaviria, José Antonio Ocampo y Cecilia López.
Por delante, Cristo tiene los retos de la conformación de las mesas directivas en el nuevo período legislativo del Congreso, que arranca el 20 de julio, y la presentación de un nuevo paquete de reformas sociales que pinta igual de ambicioso al de la legislatura pasada.
Cristo anunció que pronto iba a reunirse con el gabinete para fijar las prioridades de la nueva legislatura, pero su misión en el gobierno es mayor al del trámite ordinario de un paquete de reformas: encaminar al país hacia una constituyente mientras sostiene el puente entre la izquierda y un sector del centro político.