Durante años examiné con obsesión el teatro de Julio Sánchez Cristo en La W: las lapidaciones de la mesa de trabajo, los homenajes patrocinados, la condescendencia planeada y las indignaciones rentables. Dejé de hacerlo como se abandona un mal hábito. Pero en estos días oí un segmento que me recordó –por si se me estaba olvidando– ese periodismo precursor alquilado al poder que otras tribunas heredaron. Y quién mejor para ese ejercicio que un patricio de la casa: el exfiscal Néstor Humberto Martínez.
El miércoles pasado La W entrevistó a la abogada chilena Antonio Urrejola, experta internacional designada por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas para “detectar y verificar” los obstáculos a la implementación del acuerdo de paz de 2016. En particular, el Consejo de la ONU le pidió a Urrejola que hiciera seguimiento a la denuncia de la Justicia Especial para la Paz (JEP) según la cual hubo posibles acciones y omisiones de servidores de la Fiscalía General de la Nación durante el episodio de ‘Jesús Santrich’.
En la dinámica habitual de La W, el preámbulo de la entrevista fue un comentario del anfitrión que selló el destino de la invitada. Alea iacta est. Sánchez Cristo sigue alternando entre entrevistador y transeúnte; entre quien debería saber de qué habla y un ciudadano ignoto que pasa por el vecindario y descubre que hay gato encerrado en el atraco que acaba de presenciar.
Uno podría suponer que Sánchez Cristo no leyó el informe ni tampoco entiende el problema de las pruebas y la diferencia entre el rol de la Fiscalía y el deber de la JEP de mantener las garantías judiciales de los firmantes del acuerdo. O uno podría pensar que sí, que estudió el tema y conoce los antecedentes, y que precisamente por eso necesita embarrar la cancha para que sus oyentes solo puedan quedarse con la confusión que él ya sembró.
En seguida otro integrante del equipo de La W, Lucas Pombo, le preguntó a Urrejola si su informe había encontrado que hubo un entrampamiento de la Fiscalía contra ‘Santrich’, como han repetido el gobierno y los exintegrantes de las FARC. “Yo no soy una entidad investigadora, yo no determino responsabilidades individuales y aquí no hubo una investigación criminal”, respondió.
El informe de Urrejola –que, en razón a su mandato, solo plantea conclusiones y recomendaciones– sugiere lo que ya sabemos todos, pero que jamás veremos en una sentencia judicial: la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez torpedeó a la JEP durante el proceso de extradición de ‘Santrich’. El informe lo dice con tacto y precaución: “habría existido una obstaculización del procedimiento de esta jurisdicción” que tuvo “consecuencias negativas en la confianza en el acuerdo y en la justicia transicional, no solo por parte de las personas firmantes sino también de la sociedad en general”.
Urrejola le reiteró estos mismos puntos al periodista, pero cayó fácilmente en el error de sus propias generalizaciones y en las literalidades del interrogador. De cualquier forma, Sánchez Cristo no necesitaba que le explicaran nada; solo estaba buscando abrir una ventana por la cual meter a su compadre en la conversación:
Ya había pasado antes, estaba pasando de nuevo y volverá a pasar. La convocaron a una entrevista, pero el plan es un paredón:
Martínez dice que lo invitaron a hablar. Sánchez Cristo dirá lo contrario:
Aunque a ambos les faltó tiempo para acordar una coartada, ninguno pareció demasiado preocupado por las apariencias de la llamada. De tiempo atrás sabemos que en la ortografía del periodismo nacional, Martínez se escribe con W:
“Doña Antonia”, es decir, la expresidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y exministra de relaciones exteriores de Chile, abandona la llamada. Sánchez Cristo le deja el camino despejado a Martínez:
Me pregunto si Sánchez Cristo y Martínez se habrán detenido después a revisar la opereta lánguida de la línea abierta, el truco flagrante de timadores cansados. Me pregunto si tendrán claro que cualquier persona que los oyó con algo de atención entendió perfectamente cuál era el plan.
Hacía mucho tiempo no oía las famosas Soluciones W. Un desempleado consigue trabajo, un enfermo hace vaca para comprar una droga y un exfiscal llama a un amigo para pedirle que le ayude con un buen titular. Durante los seis minutos restantes, Martínez tergiversó las palabras de Urrejola y las convirtió en una absolución. Fue interrumpido sólo en dos ocasiones. Por su propia tos.
Nota. Hablé con Javier Mejía, economista de la Universidad de Antioquia, investigador posdoctoral y docente en la Universidad de Stanford, sobre Constitución Política y rebelión; tecnología y colapso social. Pásense por mi canal.