La idea del presidente Petro de acudir al Consejo de Seguridad para que avale la convocatoria de una Asamblea Constituyente ha generado malestar en la ONU, según supo La Silla Vacía por una fuente cercana al Consejo de Seguridad y sin un interés directo en Colombia. Una persona experta en las dinámicas actuales de este organismo en Nueva York encontró plausible esta información.
Según la fuente, varios miembros del Consejo de Seguridad expresaron satisfacción de que la carta que el expresidente Juan Manuel Santos envió a la ONU hace unos días “le ponía cierto orden al anuncio de Petro de usar el Acuerdo de Paz para convocar una Asamblea Constituyente”.
La percepción de varios miembros es que Petro se equivocaría llevando el tema a esta instancia en julio, según la misma fuente que lo supo de segunda mano de una persona que tiene contacto directo con los miembros del Consejo de Seguridad. “Si quiere hablar afuera acerca de sus políticas internas, tiene que hacerlo en la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre. La sesión de julio no es el espacio adecuado”, dice que es la percepción generalizada en este organismo. “Los 15 miembros están aburridos de ver que cada gobierno de Colombia, en vez de implementar el Acuerdo de Paz, lo quiere cambiar”.
Una persona de la ONU en Nueva York, que conoce las dinámicas actuales del Consejo de Seguridad pero que no tiene información específica sobre la reacción de los miembros a la carta de Santos, dijo que no le sorprendía la reticencia a que Petro llevara el tema de la constituyente a ese espacio.
“Lo de la constituyente es algo muy específico y particular al debate nacional de Colombia”, dice y explica que en esa sesión toda la discusión gira alrededor del informe trimestral sobre los avances de la implementación. “A los miembros ni les interesa escuchar sobre eso, ni lo entienden. No quieren indagar más allá de la superficie, quieren ver en el Acuerdo de Paz una historia de éxito y esto enturbia la historia de éxito de Colombia”.
Cuenta que en la ONU llaman al Acuerdo “the happy file”, el caso feliz, porque es una de las pocas historias de éxito de este organismo y uno de los pocos temas sobre los que hay consenso en un organismo que está cada vez más polarizado y desprestigiado.
La sesión de julio –a la que el presidente Petro ha dicho que irá para que el Consejo de Seguridad avale la teoría de Álvaro Leyva de que el Acuerdo Político Nacional del que habla el Acuerdo con las Farc equivale a una Asamblea Constituyente que puede convocar por decreto– se realiza cada tres meses. En esa reunión, el mandato del Consejo es evaluar en qué va la implementación y normalmente gira alrededor del fondo de tierras, de las garantías de seguridad para los exguerrilleros, el avance de su reincorporación, las condenas de la JEP, la implementación del capítulo étnico, etc.
Según la fuente con información que viene de los diplomáticos del Consejo de Seguridad, entre los miembros el hecho de que el ex canciller Leyva –ya sin ser funcionario y por lo tanto, sin tener la competencia– sea el que quiera involucrar al Consejo de Seguridad en un asunto doméstico crea mucha confusión. “Especialmente porque los 15 miembros recuerdan sus intervenciones largas y confusas cuando era el canciller, y no respondía las preguntas, llegaba tarde a las sesiones y no preparaba las reuniones bilaterales”, dice la fuente con acceso a la información interna del consejo.
La Silla ya había documentado el desconcierto que Leyva creaba en los escenarios internacionales cuando era canciller. Mostró poco interés en cualquier tema que no fuera la paz, y, por lo menos faltó una vez a una reunión bilateral con Rusia. Cuando Leyva iba a Nueva York solía hacerlo de afán y rara vez tenía tiempo para reunirse con representantes de otros países en reuniones bilaterales. “Se sintió un cambio abrupto cuando llegó Murillo”, dice un funcionario colombiano de la Onu en Nueva York.
La Silla contactó infructuosamente la oficina del canciller Murillo para obtener su reacción a esta información y también al Representante Especial del Secretario General de la ONU en Colombia Carlos Ruiz Massieu. Ninguno de los dos contestó.
Santos, un duro contrapeso internacional para Petro
En todo caso, si el presidente Petro insiste en llevar el tema al Consejo de Seguridad en julio, necesitará un intenso trabajo del equipo técnico de la delegación en Nueva York. Y la delegación de Colombia, que tiene gente muy buena, enfrenta dos desafíos.
El primero, que Leyva tenía el monopolio del tema de la paz. Y el segundo, que la jefe de la Misión Permanente de Colombia ante la ONU en Nueva York, la embajadora Leonor Zalabata, tiene poco juego ante los diplomáticos del Consejo de Seguridad. No habla inglés, interactúa con pocos representantes y sus intereses y trabajo hasta ahora han estado centrados en los temas indígenas.
En contraste, la palabra de Juan Manuel Santos pesa en los círculos diplomáticos de alto nivel, sobre todo cuando se trata del Acuerdo de Paz por el que ganó el Nobel. Para mencionar solo dos: el expresidente pertenece al grupo de los Elders, un grupo de líderes mundiales retirados de alto nivel fundado por Nelson Mandela y en el que está –entre otras personalidades– Ban Ki Moon, exsecretario general de las Naciones Unidas; y la junta directiva del International Crisis Group, en el que hay varios excancilleres y exministros de países representados en el Consejo de Seguridad. Está, por ejemplo, la ecuatoriana María Fernanda Espinosa, quien fue presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas hace unos años.
“En la ONU, el presidente Petro puede hacer el ridículo buscando el aval a un hecho inconstitucional”, dijo Santos en sendas entrevistas en medios colombianos estos días. Sabe porqué lo dice.