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El 23 de mayo 2024, como parte de la conmemoración del Mes de la Abolición de la Esclavización, extendemos una invitación a miembros de la comunidad rosarista y a personas externas a la universidad para que se unan a nosotros en la exploración de la Ruta Afrodiaspórica. Esta iniciativa tiene como objetivo principal explorar y reconocer los vínculos que la Universidad del Rosario ha mantenido con la esclavitud desde su fundación en 1653, hace más de 370 años, y durante casi dos siglos.
Como proyecto de historia pública crítica, el recorrido busca rescatar historias relacionadas con la esclavización, al mismo tiempo que desafía a los visitantes a cuestionar algunas ideas preconcebidas sobre la historia del Claustro. La Ruta Afrodiaspórica se materializa en un recorrido que puede llevarse a cabo de forma presencial, complementado con diversos formatos digitales. Esta visita se realizará con el acompañamiento de Erika D. Edwards, profesora de la Universidad de Texas en El Paso, y contará con la participación de Julián Díaz y Catalina Mosquera actores del colectivo Diookaju, Generación Arte Afro.
¿Es posible transformar las historias institucionales en narrativas públicas y críticas?
Tradicionalmente, las universidades han presentado su propia historia de manera poco crítica, creando narrativas autocomplacientes destinadas a glorificar “grandes hombres” del pasado. Sin embargo, estas formas de contar el pasado están siendo reevaluadas, especialmente debido a un creciente interés en aspectos históricos previamente ignorados, como las complejas interconexiones entre la colonización europea en América, la expropiación de las tierras indígenas y la esclavización de personas de origen o ascendencia africana.
El informe “Slavery and Justice” (Esclavización y justicia), publicado en 2006 por la Universidad de Brown, marcó un punto de inflexión crucial. Por primera vez, una Universidad reconocía públicamente la necesidad de abordar aspectos dolorosos de su historia relacionados con la opresión racial. No se trataba simplemente de realizar una investigación, sino de proponer una reflexión integral que entrelazara la historia pública con las demandas contemporáneas de justicia. La iniciativa de Brown sirvió como modelo para otras universidades, incluyendo algunas de las más prestigiosas del mundo, como Harvard, Columbia, Princeton, Georgetown, entre otras. Este movimiento fue de tal magnitud que en 2016 se decidió crear el consorcio Universities Studying Slavery, liderado por la Universidad de Virginia. Este consorcio reúne hoy a más de 100 instituciones educativas en Estados Unidos y otros países.
Este movimiento no resulta sorprendente. Aunque los relatos convencionales han tendido a minimizar su importancia, hoy en día nadie puede negar la centralidad de la esclavización de personas afrodescendientes y el despojo de los pueblos indígenas para comprender el desarrollo de todo el continente americano. En este contexto, muchas universidades que tienen un origen colonial, al igual que otras instituciones, se han visto obligadas a reconocer su implicación en la trata transatlántica, la desposesión indígena y el colonialismo.
La premisa fundamental de este movimiento radica en que las universidades, como instituciones dedicadas a la producción honesta y reflexiva de conocimientos, tienen la responsabilidad de enfrentar estos “pasados incómodos” de manera más urgente que cualquier otra entidad. Deben dar ejemplo, incluso si esto implica abordar asuntos moralmente complejos, como la esclavización infantil, la crueldad y la participación institucional en la trata de personas, ya sea como propietarias de personas esclavizadas o como beneficiarias de las economías esclavistas.
El caso de la Universidad del Rosario
En 2020, un grupo de estudiantes y profesores de la Universidad del Rosario, organizados dentro del Semillero de Estudios Afrodescendientes, se unieron al movimiento. El proyecto partió de una intuición sencilla: en esta parte del continente también las universidades con un origen colonial seguramente mantuvieron vínculos con la esclavización. Esto plantea una situación paradójica y muy interesante: a pesar de que solo el 6% de los esclavizados que cruzaron el Océano Atlántico llegaron a lo que hoy es Estados Unidos, se tiende a pensar que la esclavización ha sido un capítulo más relevante en el norte que en el sur del continente. En realidad, no es que la esclavización haya sido menos relevante en América Latina, sino que le hemos otorgado menos importancia.
Para contrarrestar esta tendencia, nació el proyecto “La esclavización (y otras formas de opresión racial) en la historia de la Universidad del Rosario”. Bajo la guía de los profesores Diana Angulo y Bastien Bosa, y gracias al apoyo financiero del Archivo Histórico y de la Dirección de Investigación de la Universidad, el equipo se sumergió en el pasado de la Universidad del Rosario. A través de una investigación minuciosa, los miembros del semillero descubrieron que, durante los siglos XVII, XVIII y XIX, el Colegio Mayor del Rosario había utilizado el trabajo de personas esclavizadas. Este descubrimiento llevó a la Universidad del Rosario a convertirse, en 2022, en la primera institución latinoamericana en unirse al consorcio Universities Studying Slavery.
Más allá de la investigación
Más allá del trabajo investigativo en un sentido estricto, el proyecto ha tenido desde sus inicios la ambición de convertirse en una historia pública, siguiendo el ejemplo de varias universidades del consorcio. A medida que avanzaba el proyecto, los miembros del semillero se convencían cada vez más de la importancia de difundir los resultados de la investigación entre los estudiantes y otros miembros de la comunidad académica, así como con el público en general, trascendiendo los límites de la academia. En este contexto, la celebración de los 370 años de la Universidad, organizada el año pasado por el Museo de la Universidad del Rosario (Muro) y el Archivo Histórico, ha brindado una excelente oportunidad para evocar la compleja historia de la esclavización en Colombia y las heridas que dicha historia ha dejado en el presente.
No es un secreto que históricamente la Universidad del Rosario ha sido una institución particularmente cerrada en términos de diversidad étnico-racial. Sin embargo, es precisamente por esta razón que generar estas discusiones desde el Claustro tiene una carga simbólica importante. Como han demostrado las universidades del consorcio, las instituciones con un pasado esclavista, pero que ahora se comprometen con la defensa de la diversidad están en una posición privilegiada para contribuir a desplazar ciertas líneas en el debate público. Pueden enfatizar la necesidad de romper radicalmente con los proyectos racistas del pasado que han negado a los países del continente la posibilidad de reconocerse como naciones diversas. También pueden defender la necesidad de acoger plenamente, en los centros de educación superior, a los diferentes grupos poblacionales que encarnan esta diversidad y que, tradicionalmente, han sido marginados en los entornos académicos.
En el caso de la Universidad del Rosario, nuestro proyecto ha permitido establecer una verdad potente que nos lleva a reconsiderar nuestras interpretaciones comunes del pasado: sin las contribuciones de las personas esclavizadas y encomendadas, el Colegio Mayor no hubiera podido desarrollarse y la Universidad del Rosario no existiría hoy. Esto significa que la esclavización y la expropiación indígena no son asuntos periféricos o secundarios en la historia de nuestra universidad. Más bien, constituyen aspectos fundamentales que deben tenerse en cuenta para comprender a fondo la génesis de lo que somos hoy. Esta búsqueda honesta y reflexiva de la verdad puede servir de ejemplo para las numerosas familias, empresas e instituciones en el país que aún no han empezado a reconocer sus propias conexiones con el difícil pasado de la esclavización.
La Ruta Afrodiaspórica
La Ruta Afrodiaspórica es una herramienta desarrollada dentro del proyecto para facilitar el acceso de toda nuestra comunidad académica y del público en general a los hallazgos de la investigación. La Ruta tiene 13 paradas que permiten evocar el pasado de esclavización y opresión racial de la Universidad. El guion del recorrido ha sido cuidadosamente elaborado e incluye audioguías con narraciones de tres minutos cada una. Esto brinda a los interesados la posibilidad de descubrir de manera autónoma, desde sus dispositivos móviles, historias que hasta ahora habían permanecido ocultas. Sin embargo, la versión virtual no pretende reemplazar por completo los recorridos en persona. Por lo tanto, los miembros del semillero han acompañado decenas de visitas, tanto con grupos internos como externos de la Universidad. Además, la Ruta se ha integrado en los recorridos ofrecidos por el Museo (MURO), en los que los mediadores, estudiantes de pregrado contratados por el museo, acompañan a los visitantes.
Un diagnóstico realizado durante estas visitas revela que, en general, los miembros de nuestra comunidad educativa tienen escasos conocimientos de esta historia y no logran identificar señales o marcas de este pasado en el Claustro. Consideramos, en este sentido, que la Ruta puede convertirse un recurso pedagógico importante para sensibilizar a los estudiantes sobre capítulos de la historia que a menudo solo se abordan superficialmente en las clases de historia. Así, a lo largo de las diferentes paradas, los visitantes pueden aprender a interpretar las huellas de la esclavización, reflexionar sobre distintos problemas de la historiografía (como la violencia, la búsqueda de la libertad o la dislocación de las familias) y comprender conceptos que complejizan su entendimiento de las cuestiones étnico-raciales.
En todo caso, se espera que, al concluir las paradas, los visitantes puedan relacionar los espacios físicos del Claustro, que muchos transitan a diario, con estas historias difíciles. Conocer estas historias in situ constituye una estrategia didáctica que permite a los participantes no solo profundizar en sus conocimientos, sino también establecer conexiones emocionales con un pasado doloroso. Cada vez más, los proyectos de historia pública enfatizan el valor del aprendizaje a través de la experiencia en entornos históricos originales.
Además, al recorrer algunos de los sitios donde vivieron las personas esclavizadas, como la antigua cocina o los antiguos dormitorios, los participantes descubrirán huellas de una historia que generalmente no se asocia con Bogotá y su región. Se darán cuenta de que la esclavización fue una realidad tangible en Santafé durante varios siglos y que desempeñó un papel relevante en la vida de las clases dominantes. También comprenderán cómo esta historia ha sido prácticamente eliminada de la narrativa regional, difundiendo un imaginario según el cual la capital del país habría permanecido ajena a la trata transatlántica. Finalmente, la última parada invita a los visitantes a reconocer las secuelas de la esclavización. Aunque los eventos y las personas presentadas a lo largo de las 13 paradas remiten a un pasado relativamente lejano, cada recorrido termina con una reflexión sobre cómo el pasado sigue moldeando de manera determinante el presente. Nuestro mundo sería radicalmente distinto si la esclavización de las personas afrodescendientes y el proyecto de eliminación, ya sea física o cultural, de las sociedades indígenas no hubieran marcado la historia de este territorio durante varios siglos.
Conclusión: abrir el diálogo
Para concluir este texto, es importante mencionar que la Ruta Afrodiaspórica y las actividades asociadas al proyecto han recibido una respuesta muy favorable. La mayoría de las personas que han participado en el recorrido, especialmente los jóvenes, evidencian buenas disposiciones para conversar sobre estos temas desafiantes. Aunque en el pasado hubo cierta reticencia a hablar sobre la esclavización y su importancia en la historia del país, parece que estamos entrando en una nueva era en la que ya no hay tanto miedo de desestabilizar las narrativas históricas convencionales. Las nuevas generaciones reconocen y solicitan la necesidad de considerar nuevos relatos más críticos y reflexivos sobre nuestros “pasados incómodos”. También entienden que no se puede contar una historia “neutral” u “objetiva” de la esclavización y de las otras formas de violencia racializada: es un imperativo ético posicionarse del lado de aquellos que fueron esclavizados.
Para cumplir con estas expectativas, diversas universidades, incluida la Universidad del Rosario, han comenzado a reconocer la importancia de investigar, reconocer y sanar las heridas del pasado como un paso hacia la construcción de una sociedad más inclusiva. En este sentido, la Ruta pretende servir como punto de partida para una serie de conversaciones y debates que trascienden el ámbito universitario. En este sentido, estamos convencidos de que el proyecto puede contribuir a enriquecer la comprensión de la historia de Colombia entre los jóvenes, llevándolos a reconocer conexiones hasta ahora invisibles con la esclavitud y el colonialismo.