Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
El martes pasado publiqué la primera parte del artículo sobre la feminización de la migración. Resalté que este fenómeno se refiere al número significativo de mujeres que migran de manera independiente y que, a nivel mundial, la distribución de migrantes por sexo presenta ligeras variaciones por regiones. No obstante, recordé que, de acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (2020), la mayoría de los migrantes internacionales siguen siendo hombres (51.9%), aunque desde los 60 las estadísticas mundiales muestran una relativa paridad en la migración de hombres y mujeres.
En esta oportunidad me gustaría centrarme en el caso de las mujeres migrantes venezolanas en Colombia, quienes desde el 2014 y hasta 2019 representaban el 49.7% de los migrantes venezolanos en el país. Desde el 2020 el patrón se modificó y pasaron a ser mayoría, alcanzando un 50.2% en ese año. Según Migración Colombia, a fecha de corte de 31 de enero de 2024, de los 2.857.528 migrantes venezolanos en el país, el 51.69% (1.477.194) son mujeres, el 48.28% (1.379.754) hombres y el 0.02% (580) de otros géneros.
Más del 50% de las mujeres migrantes venezolanas en Colombia se encuentran en los rangos etarios de 5 a 17 años (22.5%) y de 18 a 28 años (30.1%). Solo de manera marginal, el 4.2%, tienen 60 o más años. De acuerdo con los datos anteriores, puede decirse que desde 2019 se mantiene la tendencia de una mayor migración de mujeres venezolanas hacia Colombia, con un incremento del 3.5% en ese lapso, así como se observa un aumento en la población joven.
En este punto merece la pena resaltar que los datos desagregados por sexo son cruciales, pero son tan solo una base que debe ampliarse a la recopilación de información sensible al género, para realizar un mejor análisis de las dinámicas de la migración internacional. La limitada disponibilidad de datos desglosados, incluso por sexo, contribuye a invisibilizar las dinámicas diferenciadas a las que se enfrentan los migrantes, en general, y las mujeres, en particular.
Estos datos no son solo necesarios para hacer diagnósticos situacionales más precisos, sino también para ofrecer mejores respuestas migratorias que atiendan a las sistemáticas desigualdades de género. Dicha aproximación permite avances en el abordaje de la migración desde un enfoque basado en derechos humanos, central dentro de los objetivos de la Agenda 2030 y la discusión sobre el Pacto Mundial para la Migración.
De esta manera se genera la oportunidad para desarrollar una visión más comprensiva sobre cómo las responsabilidades atribuidas al género afectan las necesidades e intereses de quienes migran y, qué elementos deberían incorporar los programas de acción que implementan las sociedades de acogida.
Por ejemplo, en términos generales, las mujeres migrantes participan menos en la fuerza laboral que los hombres migrantes, pero son económicamente más activas que las mujeres no migrantes. Según la Organización Internacional del Trabajo, para comienzos de la segunda década del siglo XXI, las mujeres representaban el 41.5% de los trabajadores migrantes internacionales.
En el caso colombo-venezolano, de acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane, 2021), los principales motivos de la movilidad internacional que refieren las migrantes venezolanas en el país corresponden al acompañamiento a otros miembros del hogar (48.3%) o al trabajo (24.5%). Sobre este último factor, el desempleo de las mujeres migrantes recientes (MMR), es decir, quienes migraron hace menos de 12 meses, se ubicó para el 2020 en 34.6% en comparación con el 20.3% de otras mujeres no migrantes (Omnm) y el 14.3% de hombres migrantes recientes. Por su parte, la participación laboral de las MMR alcanzó el 52.8% y la de Omnm fue el 48.1%. No obstante, mientras la ocupación de las MMR fue del 34.5%, la de las Omnm fue del 38.3%. Es decir, aunque más MMR buscaban participar en el mercado laboral en comparación con Omnm, se ocuparon menos en que estás últimas.
A nivel internacional, diversos factores podrían explicar la subrepresentación de las mujeres migrantes trabajadoras, tales como el impacto de los roles de género en el acceso al mercado laboral o la propia condición de migrante internacional, entre otros.
De nuevo, para el caso colombo-venezolano, el informe del Dane rescata dentro de las principales barreras para la efectiva incorporación de las mujeres migrantes venezolanas en el mercado laboral colombiano elementos tales como las responsabilidades del cuidado o la dificultad para obtener permisos de trabajo (incrementada por la pérdida o daño de documentos). Igualmente, subraya cómo la pandemia limitó la movilidad e impulsó el aumento de la prestación de servicios sexuales por parte de las mujeres para su subsistencia.
Los principales sectores en los que se emplean las mujeres migrantes venezolanas en Colombia son alojamiento y servicios de comida (33.4%); actividades artísticas, de entretenimiento y de recreación (23.4%) y; comercio y reparación de vehículos (22.9%). Finalmente, de los datos del informe resulta preocupante el alto número de las mujeres migrantes venezolanas en Colombia que no tienen afiliación al sistema de salud, debido a que la mayoría de sus actividades económicas se desarrollan en marcos de irregularidad e informalidad.