Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Esta columna fue escrita por la columnista invitada Daniela Santos Cárdenas.
De cada cien hombres en Colombia, ¿cuántos cree que estarían de acuerdo con esta afirmación? “El gobierno y las compañías deberían darles prioridad a las mujeres para cargos de liderazgo”.
Cinco profesores de la Universidad de Stanford, la Universidad de Chicago, Norwegian School of Economics y la Universidad de Zürich llevaron a cabo una investigación donde tomaron muestras representativas de 60 países en todos los continentes. Las preguntas fueron si la persona está de acuerdo con la afirmación del inicio y qué porcentaje de población de su país creen que estaría de acuerdo.
Los resultados para Colombia me hicieron reflexionar sobre la percepción que tenemos de los hombres y las implicaciones que eso tiene para avanzar en términos de equidad de género.
Tuve que verificar que no estuviera leyendo mal la gráfica de los resultados: Colombia es el cuarto país donde más personas dijeron estar de acuerdo con la afirmación acerca de los cargos de liderazgo para las mujeres. Y estos resultados no solo vienen de las respuestas de las mujeres, el 91.4% de los hombres dijeron estar de acuerdo.
En ningún país de Europa, ni en Estados Unidos el porcentaje de hombres que afirmaron estar de acuerdo con la acción afirmativa fue tan alto como en Colombia. Debo confesar que no pensé que esa cifra fuera a ser más del 60%. El punto del artículo académico es precisamente eso: las percepciones erróneas sobre las normas de género en el mundo. Hay muchas más personas progresistas de lo que creemos en temas de género y los autores fueron cuidadosos en descartar que las personas respondieran lo que creen que es políticamente correcto.
Los investigadores también preguntaron “si le hacemos esta pregunta a cien hombres en su país ¿cuántos estarían de acuerdo?”. Exceptuando los países con mayor puntaje en el Índice de Equidad de Género, el apoyo de los hombres a la acción afirmativa fue drásticamente subestimado. Ahora, Colombia es el extremo: somos el segundo país, después de Sudáfrica, donde más subestimamos el apoyo de los hombres. En Colombia creemos que menos de la mitad de los hombres estarían de acuerdo con la afirmación, cuando en realidad el número es más de 90%.
El resultado fue similar cuando la afirmación era “las mujeres deberían tener la libertad de trabajar fuera de casa”. Nos equivocamos por 40 puntos porcentuales: respondimos que tan solo el 52.8% de los hombres en promedio respondería que están de acuerdo cuando 93.1% respondió afirmativamente. De los 60 países, somos el octavo con el mayor error. ¿Por qué le tenemos tan poca fe a los hombres colombianos en su apoyo a la causa de equidad de género?
Tal vez porque todas tenemos ese tío o compañero del trabajo que dice que no entiende cuál es la peliadera de las feministas, seguido por silencio o cabeceos de aprobación. Recuerdo que en un trabajo que tuve antes de irme de Colombia, la actividad institucional que nos ofrecieron el 8 de marzo fue una clase de maquillaje. Todavía siento la indignación con la que leía en el correo de la oficina ese día “No existe perfume que reemplace el aroma de una mujer. No existe encanto, gracia, delicadeza, ni ternura, como la de una mujer”.
O tal vez son las cifras las que nos hacen rendirnos ante la frustración e incredulidad: En 2023 hubo entre uno y dos feminicidios al día –la Fiscalía registró 630 feminicidios–; más de 23 mil delitos sexuales y el 70% de estos fueron a menores de 17 años según el Sistema de Información Estadístico, Delincuencial, Contravencional y Operativo de la Policía Nacional; más de 70 mil adultas y 3,500 niñas víctimas de violencia intrafamiliar; y más del 3 mil niñas menores de 14 años que dieron a luz según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane).
La rabia puede ser una fuente de poder y un motor que enciende la lucha en contra de injusticias. El problema es que la rabia por sí sola, primero, no es suficiente y, segundo, no nos deja ver el 90% de los hombres que apoyan la progresividad en equidad de género, una oportunidad para el cambio.
Yuval Noah Harari dijo en una entrevista reciente “creo que una de las historias de éxito más grandes de la historia moderna es el feminismo. Ellas no respondieron con violencia, y lograron cambiar esta profunda estructura de opresión de una manera que benefició no solo a las mujeres, sino también a los hombres. Esto me da esperanza de que, a veces, en la historia es posible hacer un cambio muy, muy grande, un cambio positivo, principalmente hablando, demostrando y cambiando la narrativa en la mente de las personas y no mediante el uso de la violencia”.
Si el feminismo ha logrado tanto sin librar guerras, no caigamos en la falacia de ver en los hombres un enemigo. El adversario es el machismo: son las acciones, los comentarios, la desinformación y la falta de empatía. Eso se puede transformar. Para seguir luchando exitosamente nos conviene dialogar con los hombres y considerar políticas públicas dirigidas a acabar con prácticas machistas, incluso si eso implica invertir en políticas donde los beneficiarios directos sean hombres.
En la academia se están evaluando varias propuestas que van desde fomentar que más hombres trabajen en sectores del cuidado, educación, y psicología, hasta ofrecer servicios de salud mental dirigida a hombres. Soy optimista porque parece que hay muchos más partidarios de la equidad de género de lo que pensábamos. Está en nuestras manos entablar diálogos en lugar de librar guerras.
Daniela Santos Cárdenas
Candidata a doctora en Economía en la Universidad de Zürich. Su investigación se enfoca en economía de género, laboral y desarrollo. Ha trabajado como investigadora en la Universidad de Chicago y en el Banco de la República de Colombia.