Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Blaise Pascal afirmó: “El hombre está dispuesto siempre a negar todo aquello que no comprende”.
Una de las cosas que me apasionan de los aforismos es que permiten generar infinitos pensamientos a partir de unas pocas líneas. Aunque parezcan tesis concretas, existen múltiples caminos para interpretar las pocas palabras conectadas en el texto.
Refiriéndome nuevamente al aforismo de Pascal, mis reflexiones sugieren que, en algunas ocasiones, la vía más fácil puede conducir a la mediocridad. Nos conformamos con lo que comprendemos. Los seres humanos tendemos a privilegiar la certeza sobre la duda, incluso sabiendo que nuestro universo de conocimientos es incompleto.
Entonces, ¿por qué, en lugar de negar lo que no comprendemos, no lo aceptamos y asumimos el reto de entenderlo? Tal vez nos asusta el fracaso, lo cual es válido. Personalmente, me parece más romántico asumir el desafío. El mundo del desconocimiento es más vasto que el mundo del conocimiento. Abramos nuestra mente, estemos dispuestos a aceptar que no comprendemos algo y adentrémonos de lleno en su infinito mundo de descubrimientos.
Seguramente encontraremos creencias, ideas y pensamientos fascinantes.
Es crucial tener siempre presente nuestra ignorancia. Esto es similar al método científico. Tener presente nuestra ignorancia nos permitirá expandir nuestra curiosidad hasta lugares extraordinarios e inimaginables.
Este sin dudas es un reto inmenso para todos como humanidad. Estamos acostumbrados a siempre tener una respuesta. Estamos acostumbrados a pensar que no debemos cometer errores.
Ese paradigma debemos combatirlo. Como dice Adam Grant, el error es la mejor herramienta para el aprendizaje. Mientras que no sean errores catastróficos, estos proporcionan información valiosa sobre lo que no funciona. Es una retroalimentación que permite identificar fallos y ajustar estrategias.
Además, al tratar de corregir errores, a menudo se descubren nuevas formas de abordar problemas. Esto puede conducir a soluciones innovadoras y a la mejora continua.
He ahí un tema de preocupación en la academia. Se esperan respuestas concretas a preguntas concretas. Una falencia es la falta de pensamiento crítico y de capacidad de análisis. Las etapas más jóvenes son las más importantes para el desarrollo cognitivo y no cognitivo. Por lo tanto, si así se han educado a los niños y jóvenes, es difícil esperar un mejor resultado.
Es por esto que enseñar a desaprender es un arte y un reto. El circulo virtuoso que se genera alrededor de esta práctica es supremamente benevolente.