Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Esta columna fue escrita por el columnista invitado Esteban Villegas.
Estuve por primera vez en la Convención Bancaria organizada por Asobancaria (Asociación Bancaria y de Entidades Financieras de Colombia). Siempre he estado más del lado del desarrollo de tecnología y negocios fintech y no tanto en contacto con cómo se mueve el poder en Colombia, pero no me quedó duda de que esta convención fue un termómetro de cómo está la tensión en el país.
Vicky Dávila atacó al gobierno y recibió una ovación larga del sector financiero; los líderes de la oposición política mostraron gran preocupación por la falta de mensajes de confianza por parte del gobierno; los congresistas mostraron sus diferencias en vivo; el ministro de Hacienda mostró que el país crecerá poco a pesar de las proyecciones; el sector financiero mostró lo apretado que cerró el año pasado y los riesgos hacia el futuro de una situación inestable; el presidente Gustavo Petro fue enfático en que para poder avanzar necesita tasas más bajas; entre muchas otras cosas que salieron de la convención.
Es decir, estamos en un momento difícil, de eso no cabe duda.
Sin embargo, la convención cerró con un mensaje conciliador en toda esa convulsión: armonía entre los bancos y el gobierno en un momento económicamente difícil para el país. Una especie de pacto en el que se iban a tratar “pasito” por el bien del futuro fiscal de Colombia y que iban a encontrar soluciones en conjunto.
Mientras eso pasa, en la industria fintech solo pensamos en cómo avanzar regulatoriamente para darle más espacio a la industria innovadora.
El gobierno y la industria fintech avanzan en tres cambios regulatorios que podrán transformar por completo el sector financiero: la implementación de las finanzas abiertas, la implementación de un sistema de pagos inmediatos y la reglamentación de la tecnología blockchain.
- El Sistema de Pagos Inmediatos es un hijo del Plan Nacional de Desarrollo de Petro y es básicamente la creación de rieles tecnológicos que estén al servicio de la población para que puedan hacer pagos inmediatos entre entidades. Eliminar barreras en pro de acabar lo más que se pueda las transacciones en efectivo. En Brasil con PIX prácticamente lo acabaron y lo mismo ocurrió en India con UPI.
- Las finanzas abiertas obligatorias quedaron aprobadas en el Plan Nacional de Desarrollo y la Superintendencia Financiera está reglamentando el tema, dice que es su proyecto estrella, pero no ha salido a la luz cómo funcionará exactamente. ¿De qué se trata? Es muy simple: que los dueños de los datos financieros sean los usuarios y que las entidades financieras, bancos y fintechs se peleen por los clientes ofreciendo las mejores tasas y oportunidades.
- La reglamentación de la tecnología blockchain busca que las normas que se le impongan a la industria cripto sean neutrales y no afecten una industria que no es financiera y que no necesita ser vigilada, pero no ha habido voluntad política para que esto se logre. El Congreso tumbó el proyecto que avanzó hasta tercer debate el año pasado y ni la Súper, ni Hacienda, ni el Banco de la República han querido avanzar. Estamos prácticamente en ceros a pesar de que la idea del proyecto ya está consolidada. Reglas se necesitan, pero que sean neutrales para la industria.
Son tres avances que buscan, en esencia, darle espacio a jugadores no tradicionales porque incentivan a la competencia y profundizan al máximo el objetivo de las fintechs: lograr que más personas tengan acceso a servicios financieros y cerrar brechas en ese aspecto.
El problema es que son temas que generan miedo en los sectores más tradicionales y que podrían darle un giro profundo al sector financiero: porque las entidades tradicionales podrían perder clientes. Esto, ya que, los neobancos u otras fintechs pueden dar mejores servicios a los usuarios, porque los pagos inmediatos en un sistema público le podrían quitar el negocio a rieles que ya existen como ACH, Credibanco, Redebán o Transfiya, que son manejados por la banca tradicional. O, porque la tecnología blockchain podría revolucionar por completo toda la política monetaria de un país.
Aunque son temas difíciles, la presión regulatoria, las necesidades tecnológicas y de acceso de Colombia han logrado que estos aspectos estén en la agenda del gobierno. Incluso este ha sido abierto a lograr cambios regulatorios en la medida en que se han planteado como alternativas para una población altamente informal y no bancarizada. Las fintech tienen un componente social muy poderoso.
Pero en un país angustiado, donde el gobierno y la banca tradicional envían un mensaje de pacto en pro de la reactivación económica, no parecería haber espacio para innovar o para avanzar de fondo con estos temas. Y no es que sea tarea fácil y tampoco se trata de perjudicar a la banca tradicional, pero en otras latitudes la innovación es la que ha obligado, por las vías regulatorias, a los sistemas tradicionales a actualizarse y adaptarse.
Espero estar equivocado y que el gobierno le meta el acelerador a estos temas y vea en ellos una oportunidad de reactivación económica. A veces los que trabajamos en tecnología no entendemos los tiempos de la política o de los hacedores de política pública, pero sí creemos saber hacia dónde debemos avanzar como industria financiera.
Bonus track. El único faro de luz con esperanza es el proyecto de decreto que sacó hace poco la Unidad de Regulación Financiera sobre el Sistema de Pagos Inmediatos y que fue una sorpresa para la banca tradicional porque en pocas palabras los obliga a montarse al sistema y a promoverlo. Seguramente los bancos se van a oponer, veremos si lo hacen pública o privadamente.
Esteban Villegas
Es administrador de empresas del Cesa y el CEO y cofundador de Zulu, una compañía de pagos internacionales para empresas que nació en 2021. Es, además, el miembro más joven de la Junta Directiva de Colombia Fintech. Antes de crear esta compañía, trabajó en UBS y en otra fintech llamada Treinta.