Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
En las últimas semanas he escrito tres columnas cuestionando la forma como el alcalde Carlos Fernando Galán ha manejado la crisis del agua en Bogotá y me ha sorprendido la cantidad de personas que me han cuestionado que “pelee” con él. Como si nos debiéramos concentrar solamente en criticar las barbaridades que hace el gobierno nacional, y como si las de la alcaldía, porque son más chiquitas, no ameritaran ser criticadas.
Y es que en verdad, Galán se sacó la lotería teniendo de contraparte en la nación a Gustavo Petro.
Primero, salió elegido con una mayoría arrolladora en primera vuelta sin haber hecho nada especial en campaña. Los bogotanos, como los caleños y los medellinenses, mandaron un mensaje claro de que querían en sus alcaldías gente que no tuviera nada que ver con Petro y en Bogotá el beneficiario de ese fenómeno fue Galán.
Segundo. Como Petro difícilmente llega cumplido a una cita, destruye lo que encuentra a su paso y comienza una pelea nueva todos los días, tener un alcalde de Bogotá que, en general, se rodeó de secretarios competentes y no se la pasa peleando ha llevado a que la posición de muchos sea que hay que dar gracias que Galán no es como Petro y no preguntar demasiado.
Tercero. Entre la coyuntura nacional y los acuerdos tradicionales, la alcaldía también ha logrado que en el Concejo haya un ambiente poco crítico. En oposición solo están Oviedo y el Pacto Histórico y el Pacto no es que tenga mucha credibilidad a la hora de cuestionar a la alcaldía con el desastre que tienen montado a nivel nacional.
Es decir, ganó fácil: la prensa y el Concejo lo tratan con cariño, y casi todo gracias a Petro. ¡La lotería!
Pero aunque Galán no esté echando ministros regularmente, peleando con Milei, ni haciendo maromas para lavarse las manos por el robo de los carrotanques, sí mete la pata y no solo con el tema del agua.
Por solo mencionar algunos ejemplos:
- Cerrar los parques públicos los días de racionamiento de agua es absurdo.
- No dejar prácticamente nada de educación sexual en el Plan de Desarrollo es incumplir su propio programa de gobierno.
- No hacer nada en la séptima de la 100 hacia el sur es simplemente sucumbir ante el “deje así”. Y aunque echen humo, ahí no va a pasar nada y ellos lo saben.
- Bogotá sigue supremamente sucia (y ahora llena de ratas) y no parece haber un plan para solucionarlo.
- De la promesa de campaña de reestructurar el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) no quedó nada.
Ninguno de estos temas ha tenido la discusión que merece y a los que nos interesa Bogotá tenemos la responsabilidad de señalarlos y pedir con vehemencia que la alcaldía mejore. No quiere decir que queramos que le vaya mal o que el presidente es mejor, solo que queremos lo mejor para Bogotá y que las chambonadas son chambonadas, no importa si las hace Petro o Galán.
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