Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Luego de este apasionante mes de solo fútbol, vuelvo para hablar de un tema que me tiene indignada sobre la aprobación del Plan Distrital de Desarrollo de Bogotá. Se trata de la exención de pago de estacionamiento en vía para “los vehículos que transporten a los fieles hacia los lugares de culto”, propuesta por el concejal Emel Rojas y que quedó definida en el Artículo 181 del Plan. Aparte de ser una medida discriminatoria y contraria al principio de estado laico, es una medida que va en contra de todos los objetivos de movilidad sostenible que tiene la ciudad y por los que tendría que estar trabajando.
El problema con el estacionamiento
Uno de los temas más interesantes en movilidad sostenible es la gestión del estacionamiento. El problema es muy sencillo: los vehículos motorizados ocupan espacio -que en las ciudades es limitado- y están quietos el 95% del tiempo, entonces ¿cómo asignar bien el espacio?
En una esquina está el modelo de Estados Unidos, que define mínimos de parqueo para cualquier actividad. Volviendo a nuestro mes de fútbol, los estadios gringos en los que se jugó la Copa América son un ejemplo -horripilante- de lo que puede resultar cuando se implementan estos mínimos.
La mayoría de estos estadios estaban rodeados de gigantescos espacios vacíos y grises, destinados a estacionar vehículos particulares en los días de partido. ¿Y cuándo no hay partido? Pues ahí siguen; vacíos, grises, horribles y absorbiendo calor.
Por otro lado, tenemos el mítico Wembley, en el oeste de Londres. El estadio es el centro de un ambicioso proyecto de renovación urbana que lo tiene rodeado de edificios de vivienda y oficinas, una plazoleta de comidas y poco, muy poco, estacionamiento alrededor.
El Wembley tiene un excelente acceso por transporte público (como lo tienen también los estadios en donde se jugó la Eurocopa) y la falta de estacionamiento en superficie también contribuye a esto. No es lo mismo tener que atravesar un parqueadero de cientos de metros a pleno rayo del sol que ir caminando por una callecita con sombra, restaurantes, pubs y tiendas.
Toda esta charla de estadios me sirve (además de calmarme la abstinencia futbolera hasta que empiece el mundial femenino sub-20) para explicar los efectos perversos de brindar estacionamiento gratuito para los vehículos particulares en las ciudades. Básicamente:
- Se dedican grandes extensiones de suelo a estos espacios vacíos y grises en lugar de otros usos más beneficiosos, como vivienda, comercio o parques.
- Al proveer estacionamiento gratuito se reducen los costos (individuales) de usar el vehículo particular y, por lo tanto, se vuelve más atractivo.
- Se hace más difícil promover alternativas de movilidad distintas al vehículo particular, pues los estacionamientos gigantes alargan las distancias y hacen que estas alternativas sean menos y menos atractivas.
- Se generan espacios muertos que pueden resultar inseguros.
Ahora sí, volvamos a nuestros religiosos y por qué ese gol que le quieren meter a la administración distrital es tan grave.
El estacionamiento en vía en Bogotá
Buscando evitar el tema de los grandes espacios grises, muchas ciudades alrededor del mundo han optado por proveer el espacio de estacionamiento en los carriles laterales de las calles. El estacionamiento se cobra por tiempo de permanencia y se multa a quienes no paguen. El esquema es tan universal que es el mismo que aparece en Zootopia.
En Bogotá, el estacionamiento formal en vía se empezó a implementar apenas en 2021, a pesar de que estaba reglamentado desde hace tiempo. En décadas pasadas tuvimos bahías de parqueo y zonas azules, así que este nuevo esquema es un intento de modernización y formalización de esos que ya existían. Hay aún muchas mejoras por implementar en el esquema, empezando por facilitar el pago y desplegarlo a toda la ciudad, por eso es tan preocupante que en vez de avanzar se esté retrocediendo.
Por otra parte, el estacionamiento en vía es una de las nuevas fuentes de financiación para el Fondo de Estabilización Tarifaria, que es el que subsidia el transporte público en la ciudad. Ante un sistema que permanentemente está en crisis de financiación, no tiene sentido estar quitándole potenciales recursos en lugar de buscar fondos adicionales.
Esta medida, además, crea un precedente muy peligroso. Si se permite que los feligreses estacionen gratis, ¿por qué no los asistentes a conciertos?, ¿el público de los teatros?, o ¿los cinéfilos?; de exención en exención se puede caer todo el esquema de parqueo pago.
En resumen, el Concejo nos está dejando con una medida que beneficia sin razón a las personas que asisten a cultos religiosos, les incita a usar el vehículo particular para estos viajes, le quita financiación al sistema de transporte público en Bogotá y no hace nada por mejorar el esquema de estacionamiento en vía que se está intentando implementar en la ciudad. Un desastre.
Hay algo de esperanza y es que la medida quedó sujeta a estudios por parte de la Secretaría Distrital de Movilidad. Esperemos que esos estudios demuestren la inconveniencia de la medida y el distrito no se deje hacer ese gol.