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En tan sólo 9 días se celebrarán las elecciones presidenciales en Venezuela y no puedo dejar de preguntarme ¿qué estará pasando por la cabeza de Nicolás Maduro?
Después de 25 años en el poder, el chavismo parece tener, aunque en tonos grises, una posible fecha de vencimiento y eso ha generado un ruido increíble en la comunidad nacional e internacional y no es para menos.
En mi memoria no recuerdo un momento más coyuntural que este. No había escuchado tantas veces la palabra transición y jamás percibí a Chávez o en este caso, a un Nicolás Maduro con temores reales de perder las justas presidenciales.
Y digo temores porque afirmar que habrá un baño de sangre y una guerra civil en caso de no obtener una victoria, o condicionar la paz del pueblo a una victoria contundente del oficialismo es muestra de ello y una clara estrategia para infundir miedo al electorado por parte de Maduro.
En todo caso, el derrumbe de la economía, la diáspora venezolana y la crisis socio política generada por este régimen que se ha calificado como dictadura, se convirtió en una bomba que se inflaba e inflaba y fue una mujer la encargada de colocarle un alfiler para que estalle (o eso es lo esperado).
Venezuela ha vivido revoluciones y dictaduras desde hace muchos años. Por ejemplo, y para no irnos tan lejos, el siglo 20 estuvo marcado por dictaduras como las de Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez y los golpes de estado o movimientos revolucionarios que colocaron fin a estos periodos violentos.
Fue tanta la violencia y represión derivadas de las dictaduras que, en 1958 se celebró el Acuerdo de Punto Fijo, un acuerdo de gobernabilidad entre tres partidos políticos después del derrocamiento del ya mencionado dictador Marcos Pérez Jiménez. Algo así como el Frente Nacional en Colombia.
¿Por qué les estoy hablando del pasado político de Venezuela? Porque me parece crucial analizar tan sólo una parte de este para situarnos en el presente y es que, a modo de conclusión, me atrevería a decir en primera medida que en Venezuela ha existido históricamente, como en muchos otros países, problemas de transición de poder. Pero retomemos.
Como les venía diciendo, esta vez las cosas parecen ser diferentes. A pesar de los recientes intentos de Enrique Capriles, Leopoldo López y el que fue en su momento presidente interino Juan Guaidó por derrocar a Chávez/Maduro, ninguno de ellos logró hacer lo que María Corina Machado ha hecho, reunir la mayoría de fuerzas políticas opositoras para intentar vencer en las urnas a Nicolás Maduro.
Lo curioso es que como muchos ya lo saben, María Corina no es la candidata para las justas presidenciales por parte de la oposición debido a una inhabilidad impuesta por el régimen. Medida que en ningún momento limitó su efervescencia política porque, sin saberlo, cada limitante, inhabilidad, bloqueo o barrera que el oficialismo le imponía a María Corina, era de inmediato una catapulta mediática para ella y, por lo tanto, para el posicionamiento de Edmundo González como el representante de la oposición y contendiente más fuerte de Maduro.
Pero ¿podrá la oposición vencer a Maduro por la vía democrática? Quizá esto era impensable hace algunos años y creo que las elecciones primarias causaron un efecto inesperado en el pueblo venezolano. Cansados de luchar contra los poderes de Chávez y Maduro, la política se convirtió en sinónimo de desesperanza para muchos. Nadie quería hablar de política por sentirla como una batalla perdida. Pero todo cambió con las elecciones primarias y el arrasador resultado a favor de María Corina.
Según Jhender Guerra, politólogo de la Universidad Católica del Táchira, estas elecciones son diferentes porque María Corina ha hecho que los venezolanos vuelvan a soñar. Sus compromisos se basan en la generación de oportunidades de trabajo con libertad económica, política y social, así como la esperanza de la reunificación familiar.
La familia en Venezuela es la base de la sociedad y el régimen se ha dedicado a desintegrarla, por lo que volver a tener la esperanza de reencontrarse con sus familiares puede ser el motivo para que millones de venezolanos voten por lo que esperan sea un verdadero cambio para el pueblo. La gente ya no tiene miedo, ese miedo se ha convertido en indignación y más ganas de votar, afirma Jhender.
Mientras tanto, se dice que EE. UU le ha ofrecido a Maduro desde millonarios beneficios hasta un cheque en blanco con tal de que deje el poder. A fin de cuentas, las alarmas están encendidas porque, como bien dijo el mandatario, está dispuesto a ganar las elecciones a las buenas o a las malas, por lo que ha acudido a imposición de inhabilidades, sanciones, sabotaje y hasta persecución política a quienes ve como una amenaza.
Sólo nos queda esperar y ser, en la medida de lo posible, veedores de un proceso electoral que tendrá injerencia no sólo en Venezuela sino en toda Latinoamérica, pero, por otra parte, me preocupa que ante una eventual victoria (por fraude o no) de Maduro, la población venezolana no pueda recuperarse del golpe anímico que ello represente y las consecuencias económicas, sociales y políticas que tenga la extensión del oficialismo en el poder.