La política de estructura sigue viva en Santander. El triunfo de la clase política en la Gobernación y la Alcaldía demostró que el discurso de opinión anticorrupción tiene un techo y que la coyuntura de la inseguridad pesa más que el desprecio por los políticos.
Un desprecio que Rodolfo Hernández popularizó pero que no pudo capitalizar en estas elecciones en las que su partido y resultaron borrados.
También quedó demostrado que las maquinarias no funcionan si quienes las aceitan no son gobernantes populares. Además, los caciques políticos siguen siendo clave para elegir el grueso de los concejales y diputados.
Estas son las cinco claves de las elecciones en Santander.
1) La Liga Anticorrupción de Rodolfo quedó al borde de la desaparición
El excandidato presidencial de los 10 millones de votos en segunda vuelta el año pasado, es uno muy distinto al que quedó de cuarto con 131 mil votos a la Gobernación de Santander.
Sus intervenciones médicas para atender un cáncer de colón lo tuvieron incomunicado los dos meses más álgidos de campaña. Además, la inhabilidad de la Procuraduría por tres sanciones disciplinarias acumuladas y luego la revocatoria de su candidatura por parte del CNE a pocos días de las votaciones, fueron la estocada final a su aspiración de ser gobernador de Santander.
Pero la derrota de Rodolfo no solo se expresa en su propia votación. También en el partido político que no fue. En Santander, pasó de poner 4 concejales y 3 diputados en 2019 por listas cerradas, a no lograr ni pasar el umbral de votación en ninguna de las dos corporaciones. Además, Consuelo Ordóñez, la candidata que coavaló a la Alcaldía, quedó de quinta en la carrera.
Solo uno de los tres candidatos que coavaló para las Alcaldías del área metropolitana de Bucaramanga ganó. Pero es la antítesis de lo que Hernández representaba en discurso: es Campo Elías, hermano del director administrativo de la Cámara de Representantes, Jhon Abiud Ramírez, y quien contó con una maquinaria muy bien aceitada desde la Alcaldía de Girón.
Y los pocos avales que entregó en el resto del país tampoco hablan bien de su liderazgo partidista. No ganó ninguna gobernación ni Alcaldía con candidato propio. Su ficha más sonada, el escritor William Ospina, quedó de cuarto en la carrera por la Gobernación del Tolima con apenas 14 mil votos. Y en Norte de Santander, otro departamento altamente rodolfista, su candidato a la gobernación, el empresario Juan Gabriel Bacca, también quedó de cuarto con 44 mil votos.
2) Beltrán en Bucaramanga y Juvenal en Santander pondrán a prueba su independencia
Además del discurso de la seguridad, Jaime Andrés Beltrán y Juvenal Díaz Mateus, alcalde y gobernador electos, comparten una estrategia de campaña de mantener a la sombra el poder de los clanes políticos que los respaldaron.
Como explicó La Silla, ambos son la demostración de que la clase política se pudo reinventar con un discurso de mano dura y así, ganarle al discurso antipolíticos y anticorrupción que había impuesto en la arena política el fenómeno electoral de Rodolfo Hernández.
Sin embargo, en su discurso de celebración el domingo en la noche, ambos destaparon las cartas de su procedencia política y la de las personas que los rodearon.
El pastor Jaime Andrés Beltrán se subió a la tarima y antes de hablar, entonó una canción cristiana y puso a sus seguidores (muchos feligreses) a corearla con él.
Luego, dijo “hoy se acaba la batalla mediática y el llamado es a la unidad”. Aseguró que en los próximos días iba a citar a todos sus contrincantes para llegar a acuerdos programáticos y también que iba a dejar “odios y rencores que le ha hecho daño a Bucaramanga ocho años”.
Hace ocho años, cuando Rodolfo Hernández llegó a la Alcaldía, exilió del poder burocrático a la clase política de la región. Su sucesor, Juan Carlos Cárdenas, volvió a darles participación, pero sin el protagonismo que solían tener concejales como Beltrán en el periodo de 2012 – 2015.
En ese entonces la gobernabilidad la garantizaba la parcelación de las secretarías por grupos políticos y concejales que mandaban en cada cartera de manera autónoma. Con los nombramientos de su gabinete, Beltrán demostrará si devolverá la gobernanza a aquella época. De entrada, tiene varios aliados políticos clave que podrían llegar a tener poder en su administración.
Desde el exgobernador condenado por parapolítica, Hugo Aguilar, pasando por el clan Villamizar, liderado por el excongresista condenado por el carrusel de las notarías, Alirio Villamizar. También están otros políticos que fueron aliados suyos en esta contienda, como los exconcejales liberales Alfonso Prieto García y Nancy Lora, el exconcejal de La U Cleomedes Bello, o el exrector de las UTS, Óscar Omar Orozco, y el exdiputado uribista, Mario Cárdenas, o el exconcejal de la Liga Antonio Sanabria.
Por el lado de la Gobernación, Juvenal Díaz Mateus, hizo su celebración en la iglesia cristiana G12 (de la familia de la excongresista Johanna Chaves), dedicó su discurso a recalcar que su candidatura fue independiente.
Después de agradecerle a su familia, dijo que uno de los respaldos clave fue el de la reserva activa del Ejército que aunque no vota, le hizo campaña activa a través de sus familias y amigos.
Si bien Díaz Mateus arrancó en solitario recogiendo firmas y su fortaleza fue el voto de opinión arrastrado por su figura de general y su discurso de recuperar la seguridad, el respaldo de los políticos fue clave. Sobre todo con los avales de partidos tradicionales que en la provincia garantizan que la gran mayoría de candidatos fueran sus aliados en campaña.
Su hermano, el excongresista condenado por la yidispolítica, Iván Díaz Mateus fue determinante para tejer esas alianzas. Como político avezado y mandamás del directorio departamental del partido Conservador durante los últimos 15 años, fue Iván el garante de las alianzas con los senadores liberales Miguel Ángel Pinto y Jaime Durán, o con el conservador José Alfredo Marín (que dejó a sus padrinos los Aguilar).
Alianzas que suelen traducirse en participación burocrática.
Díaz Mateus dejó entrever esa posibilidad en su discurso de celebración. Cuando se refirió al comité de empalme, dijo que lo integrarían personas netamente técnicas y que eso significaba “que quienes estén ahí no necesariamente estarán en el gabinete departamental”, dejándole así la gobernanza a los políticos.
“Ese comité de empalme le presentará al gabinete de una forma organizada, seria, un informe ejecutivo para los que sean del gabinete puedan ejecutar”. dijo.
3) La maquinaria no puede contra la impopularidad
La campaña a la Gobernación de Héctor Mantilla, quien quedó en segundo lugar, ejemplifica cómo movilizar votos a través de las instituciones públicas es insuficiente cuando los gobernantes que aceitan esas maquinarias son impopulares.
El exalcalde de Floridablanca Héctor Mantilla hizo dos alianzas con gobernantes de turno clave. Por un lado con el clan Aguilar, en cabeza del gobernador Mauricio Aguilar. Durante la campaña se conoció como desde la Gobernación de Santander promovían reuniones políticas y el voto a su favor.
La otra fue con Miguel Ángel Moreno, alcalde de Floridablanca, el segundo municipio del área metropolitana de Bucaramanga, un fortín electoral que la familia de Mantilla y él mismo usaron en el pasado. Justamente el actual alcalde Moreno llegó con la maquinaria que movió en ese entonces Mantilla.
Tanto Mauricio Aguilar como Miguel Ángel Moreno son dos mandatarios impopulares. Según la encuesta de Atlas y La Silla, Aguilar tiene un 61 por ciento de desaprobación y según la Invamer de septiembre, Miguel Angel Moreno tiene un 63 por ciento de desaprobación.
Y chequeando al detalle los resultados de Mantilla, no le sumaron lo suficiente en votos.
En el departamento, Mantilla solo ganó en 7 de los 87 municipios: California, Vetas, Matanza, Albania, San Joaquín, Florián y el Peñón. Ninguno es cabecera de provincia e incluso en algunas, como San Gil y Barrancabermeja, quedó de tercero, por debajo de Ferley Sierra y Rodolfo Hernández, respectivamente.
Y en Floridablanca, el municipio donde ha gobernado y tenía alcalde aliado, Mantilla quedó de segundo con 29 mil votos, 18 mil votos por debajo de Juvenal Díaz Mateus. Esa es prácticamente la misma votación que Moreno logró movilizarse a su ahijado, el candidato Sergio Flechas, quien quedó de segundo con 31 mil votos.
4) El voto antipolíticos tiene techo
Los verdes Carlos Parra, Danovis Lozano y Ferley Sierra conformaron una fórmula Alcaldía – Asamblea – Gobernación para estas elecciones, abanderados en luchar contra “las mafias políticas”. Solo Lozano coronó la Asamblea y los resultados de los tres, a la luz de las elecciones pasadas, muestran que su discurso tiene techo.
Es el mismo discurso que llevó a Rodolfo Hernández a la Alcaldía en 2015, y que lo volvió el mayor elector de Santander en 2019. Ese año, bajo esa misma sombrilla del discurso anticorrupción, fue que Parra y Lozano llegaron al Concejo de Bucaramanga y Sierra a la Asamblea de Santander.
Carlos Parra quedó de segundo en la carrera por la Alcaldía de Bucaramanga, con 38 mil votos. Lozano salió electo diputado, con 33 mil. El año pasado, como coequiperos, Parra y Lozano lograron llevar a la Cámara de Representantes a Cristian Avendaño, quien se eligió con 34 mil votos.
Los 181 mil votos que sacó el excandidato Ferley Sierra no son comparables con algún coequipero porque a quien respaldó al Senado, Jota Pe Hernández, tenía una fuerza propia por su ejercicio de youtuber.
Pero su resultado, más el de las otras dos caras visibles en el tarjetón a la Gobernación que representan ese discurso contra la clase política tradicional -Rodolfo Hernández y su exsecretario de planeación y candidato del Nuevo Liberalismo, Julián Silva-, suman 342 mil votos. Tan solo 10 mil votos más de los que sacó Leonidas Gómez hace cuatro años, cuya aspiración encarnaba ese mismo discurso.
5) Los poderosos mantienen sus fichas en Concejo y Asamblea
La renovación del Concejo de 2019, de la que presumía Hernández por haber sacado a varios políticos tradicionales que puso en el paredón mediático como alcalde, ya es historia. Y tanto el Concejo de Bucaramanga como la Asamblea de Santander quedaron mayoritariamente gobernadas por representantes de clanes políticos y poderosos de la región.
Dos clanes se estrenan en el Concejo. El primero es Henry Gamboa por el Centro Democrático, un comerciante que trabaja en política con el clan Villamizar, en cabeza del excongresista condenado por el carrusel de las notarías Alirio Villamizar.
El segundo es Gustavo Ardila del partido de La U, quien llega al Concejo luego de ser asesor de despacho de Mauricio Aguilar y es la representación del clan Aguilar, en la corporación. El actual gobernador también ganó con la ficha que llevó a la Asamblea: el exalcalde de Sucre, Eduin Vargas, electo diputado por La U.
El clan de la familia Tavera coronó dos curules en el Concejo y dos en la Asamblea.
Por un lado, la línea del exgobernador liberal Didier Tavera, reeligió a su concejal liberal Robin Hernández y mantuvo su escaño en la Asamblea con Ramón Ramírez. Por otro, la línea del senador Miguel Ángel Pinto, respaldado por otra de las cabezas de ese clan, Martín Tavera, lanzó a su ahijado por el partido ASI, Diego Lozada. Y en la Asamblea llevaron a Leonardo Ardila por Cambio Radical.
El rector de las Unidades Tecnológicas de Santander, Omar Lengerke, quien está emparentado con los Tavera y es su aliado en algunas causas, también reeligió a su concejal, Luis Ávila por Cambio Radical.
El senador liberal Jaime Durán mantiene su curul con Óscar Arenas, hijo de su eterno aliado el excongresista Miguel de Jesús Arenas, y también montó a Francisco González en la Asamblea.
El director del Departamento Administrativo de Presidencia, Dapre, Carlos Ramón González, mantiene en la Asamblea a su cuñado, el diputado verde Giovanni Leal.
Y el poderoso contratista del programa de alimentación escolar departamental, Carlos Duarte, logró que su exempleado David Castrillón, llegara a la Asamblea por el partido ASI.