Antonio Celia Martínez-Aparicio es una de las figuras más importantes del empresariado de Barranquilla. Durante más de 20 años fue presidente de Promigas, fue presidente de la junta directiva de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi) y ha impulsado iniciativas cívicas y culturales como la refundación de La Cueva, el bar donde se reunían Gabriel García Márquez con los intelectuales de la época.
Celia hizo parte de un grupo de empresarios que impulsó la llegada del Álex Char a la alcaldía en 2007, y hoy considera la gestión exitosa, pero cuestiona la falta de debate y el énfasis en el cemento. Actualmente, es miembro del consejo directivo de Universidad del Norte y de Fedesarrollo. De Promigas se retiró en 2018 y desde entonces ha estado inmerso en la academia y no suele opinar públicamente de los temas de actualidad del país y Barranquilla.
Tras su retiro, esta es la primera vez que da una entrevista en profundidad para hablar del gobierno de Gustavo Petro y el modelo de gestión de la casa Char en Barranquilla.
La Silla Vacía: Hace seis años se retiró de Promigas, ¿en qué anda Antonio Celia ahora?
Antonio Celia: Decidí cumplir un viejo sueño que me perseguía, que era estudiar y compartir conocimiento. Me fui durante tres años de profesor visitante en prácticas en London School of Economics. Luego me fui un año como visitante académico en el centro latinoamericano de Oxford, donde estaban grandes amigos como Malcolm Deas, recientemente fallecido, y Eduardo Posada Carbó. Fui aceptado como visitante académico con el compromiso de escribir un documento sobre mis experiencias en los procesos de paz.
LSV: ¿Puede dar un adelanto de la conclusión del informe?
AC: Tuve dos experiencias muy interesantes que son inéditas. En el año 2002, al final del gobierno de Pastrana, estuvimos cuatro empresarios hablando con Fidel Castro y en ese momento nos preguntó si los empresarios colombianos estábamos dispuestos a poner el dinero para desmovilizar al ELN. Nosotros le dijimos que sí. Pensamos que ese era un buen avance, salimos muy optimistas de esa reunión, finalmente eso se frustró tanto que el ELN todavía está dando lidia.
El otro episodio que cuento es cuando el 7 de diciembre de 2015, en el gobierno de Santos, estuvimos muy cerca de lograr una acuerdo con la oposición (con representantes del uribismo) para sentar lo pactado en el acuerdo de La Habana. En medio de eso, hay una cantidad de relatos que hago sobre todos los empresarios que han participado a lo largo de la historia colombiana en procesos de paz.
LSV: ¿Qué piensa de la implementación del acuerdo de La Habana? ¿Dónde ha hecho falta más voluntad política?
AC: Me parece que un tema central es el reparto de tierras. En el acuerdo de La Habana el Estado se comprometió a entregar tres millones de hectáreas de tierra, y eso va muy atrasado. Creo que hay algunos Pdet (Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial) que funcionan muy bien y otros que no funcionan muy bien. Me preocupa muchísimo el asesinato de líderes sociales y muchísimo más el asesinato de firmantes de la paz. No veo suficientes reclamos y conciencia del gobierno colombiano. Se han vuelto indolentes frente a la muerte de estas personas.
LSV: ¿Cómo ve al gobierno de Petro?
AC: Quisiera verlo bien porque tenías ciertas expectativas, pero lo veo realmente muy mal. En muchos sectores hay mucha incompetencia, mucha improvisación. Me parece que las reformas que están proponiendo no son las reformas que son. Por eso han tenido rechazo, no porque sea un complot.
Pero lo que más me mortifica es el lenguaje pugnaz, la confrontación permanente. Yo creo que este gobierno tenía una gran oportunidad de buscar armonía, de buscar acercamientos y no lo está haciendo. Todo lo contrario, vive peleando con todo el mundo. Lo que ha hecho es que la polarización se exacerbe y estamos permanentemente insultándonos y ofendiéndonos porque el jefe de Estado da un pésimo ejemplo en esa materia.
LSV: ¿A qué expectativas se refería con la llegada del gobierno de Petro?
AC: Creo que los gobiernos de izquierda pueden hacer cosas que los gobiernos de derecha no hacen. Por ejemplo, podrían hacer reformas fiscales contundentes, que fue lo que hizo Lula en su primer gobierno en Brasil.
Segundo, y esta quizá es la más importante, se supondría que el diálogo de un gobierno de izquierda con Fecode para mejorar la educación podría ser mucho más fluido y fructífero. No lo ha sido para nada. La educación en Colombia no ha mejorado, por el contrario, es una gran preocupación.
Yo creo que nos entra como un ataque de reformitis, de reformar todo, pero ni siquiera hemos cumplido lo que está. Hay una gran cantidad de políticas públicas en Colombia que no se cumplen porque no hemos trabajado seriamente en darle al Estado la capacidad de cumplir, la capacidad de ejecutar las políticas públicas. Más que reformas hay que administrar, tratar de resolverlos los problemas.
LSV: El gobierno de Petro ha tenido una relación conflictiva con los gremios, con los empresarios, pero a su vez se lo ve trabajando articuladamente con algunos cacaos. ¿Cómo ve esas relaciones?
AC: Todos hemos sentido una hostilidad muy grande de este gobierno, sobre todo del presidente hacia el sector privado. Eso hace mucho daño porque, con todos sus problemas y sus defectos, no hay otro sistema menos malo que el capitalismo. El capitalismo significa propiedad privada, darle el espacio a los mercados. Y por supuesto hay que regularlo porque el capitalismo desbocado se vuelve un problema serio.
El crecimiento es el principal factor para derrotar la pobreza. Las cifras de América Latina muestran que, entre el 2000 y el 2014, se lograron enormes avances en la reducción de la pobreza. Fue fundamentalmente porque todas las economías, por el boom de los commodities, crecieron a tasas grandes. Pero si hay un discurso hostil frente al empresariado, frente al sector privado, tenemos un problema muy serio.
Yo creo que tenemos que hablar de una izquierda evolucionada que entiende, como lo entiende el señor Pepe Mujica y el señor Lula en su momento, que la inversión privada es necesaria.
LSV: Con eso de la izquierda evolucionada, tal vez el gobierno siente que le están pidiendo que se convierta en algo que no quiere ser.
AC: Yo creo que en el gobierno hay diferentes tonos. La voz que veo más hostil frente al sector privado es la del presidente. Pero creo que muchos de sus ministros entienden que tienen que alentar la inversión privada. Sin inversión no hay crecimiento, y sin crecimiento no hay manera de reducir la pobreza.
LSV: ¿Por qué se llegó a la situación en la que puede haber un déficit de gas en el país? ¿La solución es importar gas de Venezuela, como está buscando el gobierno?
AC: La alternativa de importar gas de Venezuela es viable porque es mucho más económico traer gas por un gaseoducto que ya está construido que importarlo regacifigado de cualquier otro lado. Llegamos a eso porque se les ocurrió que no iban a firmar más contratos de exploración y aguantaron una cantidad de trabajos que se hacían.
El mensaje que tú das es negativo. Yo inversionista no pongo un peso en Colombia porque siento que no me reciben bien. Tenemos que aumentar nuevamente la búsqueda de gas, tenemos que firmar más contratos de exploración. Tú encuentras gas si lo buscas, si no buscas no hay nada que hacer. Este país tiene una dependencia enorme del gas natural.
LSV: Usted ha sido un promotor del centro en la política. Apoyó a Sergio Fajardo, por ejemplo. ¿El centro está un poco perdido en el escenario político en medio de la polarización?
AC: Aparentemente, sí, porque creo que se insiste mucho en las ideas de centro, y ese concepto como tal es demasiado abstracto. Si no hay una persona que eche el cuento de las ideas de centro adecuadamente es muy difícil que se tenga éxito político.
La política, para bien o para mal, se personalizó. Giovanni Sartori, un politólogo, escribió hace años un libro que se llama “Homo Videns”, que dice que con la televisión y la imagen la política cambió. Eso hay que entenderlo de esa manera. Si uno pregunta si tú eres de centro, en las encuestas casi siempre sale una mayoría interesante de personas que piensan así: con moderación, con respeto, con visión de largo plazo, sin exageraciones.
Pero eso no lo puedes dejar como un ente abstracto. Se necesita alguien que atraiga, que emocione, y al cual la gente siga. Dirán que es una personalización de la política, y que eso puede dar lugar a caudillismos. Pues sí, pero yo no veo otra manera.
LSV: ¿Qué liderazgo ve en el centro que puedan ocupar ese rol?
AC: No, yo no quiero entrar a enumerar. Pero lo que sí es que tiene que haber alguien que transmita adecuadamente las ideas de centro. Yo creo que hay un terreno abonado para que las ideas de centro se catalicen a través de una persona que emocione.
LSV: El último candidato de centro fue Sergio Fajardo. ¿Lo ve con la fuerza o lo ve desgastado?
AC: No sé decirte. De ese tema sí he estado alejado, por mi ausencia del país no he seguido mucho encuestas. De pronto más adelante puedo hablar de eso.
LSV: Usted es un hombre del Caribe, vamos por ahí. El Caribe sigue siendo la región, junto al Pacífico, más pobre del país. Hay muchas necesidades básicas insatisfechas. ¿Por qué ese rezago tan grande y cómo salir de ahí?
AC: Eso da para toda una tarde de conversación. Lamentablemente, este es un atraso que viene de hace mucho rato. El otro día estábamos en un foro en la Universidad del Norte hablando de ese tema con Jaime Bonet y yo le sacaba una cuenta: hace 30 años la costa Caribe era el 22% de la población y teníamos el 19% del PIB. Hoy, por el contrario, hemos retrocedido. Somos el 21% de la población de la Nación y creo que tenemos 17 o 18% del PIB.
Mucho de esto, en mi opinión, tiene que ver con el modelo económico. Colombia es una economía muy cerrada. Cuando uno toma importaciones más exportaciones sobre el PIB, la cifra en Colombia es de 37%, frente a 60% de Chile, 70% de México. Es decir, nuestro sector externo es muy lánguido. Parte del atraso de los litorales es eso: el modelo económico de una economía históricamente cerrada. Porque la apertura luego se fue cerrando y ahora hay una ola en todo el mundo de detener la globalización.
LSV: ¿Y la economía de Barranquilla?
AC: Los resultados del TLC para Barranquilla no han sido los esperados. Esa es una pregunta que tienen los gremios que empezar a hacerse y esas discusiones yo no las veo. Creamos una enorme expectativa con el TLC, creímos que venía una gran prosperidad y no ha habido tal. El aprovechamiento del TLC aquí ha sido muy bajo.
Pero ahora viene la revancha: el nearshoring. Se está replanteando la ubicación de la industria de exportación a los Estados Unidos por cuenta de sus malas relaciones con China, y hace poco empecé a meterme en el tema y no he visto ningún documento riguroso, profundo, que hable de esa gran oportunidad.
Fíjate, en el documento de Eduardo Lora sobre lo que pasó en Barranquilla en los últimos 15 años, se ve que, no obstante todos los éxitos que se celebran, la economía de la ciudad no creció por encima del promedio nacional.
Eso nos pone a pensar mucho, nos pone a pensar qué está pasando con el sector privado, cómo ha sido el diálogo de los gobernantes con el sector privado, qué está haciendo el Estado local para que la economía local crezca más. Se dice “aquí ha habido un éxito notable”, celebran el caso de Barranquilla, pero no crece por encima del promedio nacional. Eso nos tiene que llevar a unas conversaciones distintas porque el tema es muy serio.
LSV: ¿Cómo ve el modelo de gestión, el de la casa Char, que ha gobernado a Barranquilla en estos 16 años y medio?
AC: Sin duda exitoso. No hay ninguna duda que Barranquilla se ha transformado para bien en los últimos 16 años. A mí me tocó al principio porque yo estuve muy cerca de la primera administración de Char. Una parte importante del éxito se debe, y esto es muy destacado, al notable aumento de los recaudos tributarios. Barranquilla cuadruplicó sus recaudos en un lapso de quince años, eso le dio una potencia enorme a la inversión pública porque, además del recaudo local, los gobiernos nacionales cofinanciaron mucha parte de la inversión en infraestructura de la ciudad.
Dicho esto, siempre he visto unos lunares en las administraciones de los últimos 15 años y me parece y me preocupa que esos lunares se están creciendo. Los lunares son la inseguridad: la tasa de homicidios está llegando a los 29 por cada cien mil habitantes, que es inferior a Cali o a Cartagena, pero es más del doble de la de Medellín y Bogotá.
Segundo lunar, transporte público. Yo creo que lo han abandonado, no le han prestado atención aquí. El otro día leí una estadística que Barranquilla es la segunda ciudad, después de Bogotá, que la gente se toma más tiempo en venir al trabajo. Más de 40 minutos, y eso es serio porque es calidad de vida. La educación venía bien, y se ha estancado. Todavía seguimos atrasados frente al promedio nacional y hay ciudades de la costa que han mejorado más que nosotros.
Otro lunar es la cultura. En este nuevo gobierno ha habido un esfuerzo interesante por recuperar espacios, cosa que celebro mucho. Pero históricamente la cultura aquí prácticamente la hacía el sector privado o todo se concentraba en Carnaval (SA).
Esos son lunares que me preocupan, y lo otro es que no veo mucho debate, no veo mucha discusión en el Concejo municipal, me refiero a discrepancias sanas, a discutir cuáles son las prioridades de inversión. Los planes de desarrollo se aprueban relativamente rápido, no digo que no los aprueben, pero que haya una discusión. ¿Por qué invertimos en arroyos y no en transporte público? Falta mucho debate público en Barranquilla. El unanimismo no es bueno. La autocrítica es necesaria para mejorar.
LSV: Antes de que llegara Álex Char al poder hubo un grupo de empresarios y líderes cívicos muy críticos de las irregularidades y líos que se veían en las administraciones de “El Cura” Hoyos y su Movimiento Ciudadano. Usted hacía parte de ese grupo de empresarios. Hoy ese empresariado crítico está apagado, ¿por qué?
AC: Te cuento un resumen muy apretado. Esta ciudad tuvo un esplendor en los años 50 y 60. Luego vino una decadencia espantosa, la crisis de las empresas públicas municipales, la clase política tradicional se desprestigió. Aparece “El Cura” Hoyos, nosotros lo apoyamos en su primer gobierno; pero luego ya sabemos lo que pasó con todos los gobiernos del Movimiento Ciudadano. Durante ese tiempo un grupo de empresarios nos dedicamos a constituir instituciones: se consolida la Universidad del Norte, se crea Fundesarrollo, se crea Protransparencia, se hace La Aduana, se hace el Parque Cultural del Caribe, se organiza Barranquijazz, se organiza el Carnaval de las Artes, nos comprometemos a recuperar La Cueva, se fortalece la Cinemateca.
Ese grupo de empresarios, mientras languidecía y se terminaba la hegemonía del Movimiento Ciudadano, construyó todo eso. Eso fue una base muy importante, nuestras empresas invirtieron muchísimo dinero. Se encontró una base apropiada para que Álex Char iniciara su gestión. Entre otras cosas, el documento que da lugar a la mejora en el recaudo de tributos lo preparó Fundesarrollo. Eso para decirte que ese diálogo con Álex Char empezó a ser muy fluido porque al final con el Movimiento Ciudadano hubo muchas diferencias con el empresariado. Parte del éxito del inicio de esta etapa de Barranquilla tuvo que ver con nosotros los empresarios.
¿Qué pasó después? No podría decirte, porque yo me jubilé y me retiré un poco. Pero tal vez es un poco que nos mareamos por el éxito y se nos olvidó cuestionar o debatir. De pronto, narcotizados por el éxito de la ciudad, se nos olvida ver los lunares, que van creciendo también.
LSV: En el comienzo del modelo se hicieron unas obras muy importantes, en el periodo de Elsa Noguera, en los de Álex Char, como la canalización de arroyos, remodelación de parques, construcción de escenarios deportivos. Y ahora en la tercera administración de Álex vuelven y se repiten estas fórmulas. ¿Está cayendo el modelo en repetirse en hacer obras civiles? ¿Debería salir de ahí?
AC: Me parece que es la hora de empezar a hacer un poco más profundo los análisis de costo beneficio porque los recursos son finitos y el nivel de deuda es muy alto, eso lo dice el libro de Lora. Hay que tener cuidado porque de pronto este modelo tal como venía no es sostenible.
Hay que ver la parte que no es de infraestructura. Cómo está la salud de los barranquilleros, qué está pasando con el empleo, qué está pasando con la informalidad, qué está pasando con la seguridad y la educación, que es el elemento más potente de la igualdad de oportunidades. Yo en este momento no sé si es más rentable socialmente hablando meterle a transporte público que canarlizar otro arroyo.
Y ese es el tipo de discusión que se debería proponer. Los concejales deberían sentarse y decir: “Muéstreme por qué la plata que yo apruebo aquí debe ir más a canalizar un arroyo en vez de construir otra escuela o mejorar la calidad de la educación a través de programas específicos o empezar a construir el metro ligero o meterle más plata a Transmetro”.
LSV: Pese a esos problemas, la ciudadanía parece contenta. Álex Char acaba de ser elegido por tercera vez con la mayor votación de la historia y las encuestas lo posicionan muy bien. ¿Cómo entender eso?
AC: Eso hay que mirarlo con mucho detalle. Sí, hay una correspondencia clara. Yo no tengo ninguna duda que lo que ha pasado en Barranquilla en los últimos 15 años ha sido muy positivo y la ciudad se ha transformado. Pero vuelvo y digo: hay lunares. Como son lunares no se ven en la masa grande del éxito, pero hay que tener cuidado porque esos lunares se están creciendo.
Te pongo un ejemplo. La gran mayoría de la gente en las encuestas dice que está contenta con la calidad de la educación, pero cuando tú miras, la realidad es que la calidad de la educación que están recibiendo no es buena, en general. Eso quiere decir que la ciudadanía no tiene suficiente información sobre lo que es calidad de educación. No tienen suficiente información porque no comparan lo que es educación de calidad y la educación que está recibiendo ahora. Pero además piensan así porque venían de no tener a los niños en el colegio, y no les daban almuerzo. Ahora están los niños en el colegio y tienen almuerzo, por lo tanto, dicen que están bien. Pero estamos lejos de estar bien.
La gente no debería conformarse, debería exigir un poco más.
LSV: Uno de los lunares es el tema de la contratación pública en Barranquilla, que se ha concentrado en unos grandes contratistas amigos. Está el caso de Aída Merlano, condenada por corrupción electoral, que tiene relación con los que fueron contratistas de la administración de Char. ¿Qué piensa?
AC: Eso se ve mal. Yo no tengo muchos detalles, sino lo que he leído en los periódicos. Eso se ve mal, y la contratación pública tiene que ser, como norma general, lo más amplia y transparente que se pueda porque eso finalmente es plata pública.
LSV: ¿Leyó la Costa Nostra, el libro de Laura Ardila?
AC: Lo leí. Me parece que es un libro muy valiente, y esos libros con todo lo que implican son necesarios porque son los relatos de la vida política de la comarca.
LSV: En Cartagena, el alcalde Dumek Turbay ha buscado asesorías de Álex Char y está replicando el modelo. ¿Le parece exportable?
AC: Depende qué. El modelo exportable aquí de buen gobierno necesariamente pasa por recaudar más tributos. Sin impuestos no hay Estado. Esa parte es exportable, sin duda. De los logros significativos de los últimos 15 años en Barranquilla es que han aumentado el recaudo.
Ahora, una vez tienes plata, ¿en qué inviertes? Ahí es la clave. Mi discusión y mi crítica es qué escojo. ¿Por qué tanta infraestructura y no más capital humano? ¿Por qué no me propongo ser la ciudad más educada de Colombia? ¿Por qué no me propongo ser la ciudad con más inversión en cultura? ¿Por qué no me propongo ser la mejor ciudad en movilidad? ¿Por qué no me propongo, aunque no todo esté a mi alcance, a reducir la informalidad? ¿Por qué no me propongo en crecer más la economía local o reducir la pobreza?
Ahí se necesita a debate, crítica, autocrítica y mediciones. Y así se puede crear un círculo virtuoso de confianza entre los mandatarios locales y la sociedad.
LSV: Usted es un hombre de cultura, y ha impulsado en Barranquilla el Museo del Caribe, la Fundación La Cueva. ¿Qué siente cuando ve el Museo del Caribe cerrado y deteriorado, el teatro Amira de la Rosa cerrado hace tanto tiempo, los artistas quejándose de la falta de estímulos?
AC: Una mezcla de tristeza, impotencia, rabia. Lamentable, el presupuesto de cultura sigue siendo supremamente bajo, y tendría que ser reforzado. He visto en esta nueva administración unos mejores vientos frente al tema cultural.
Fíjate que para el Parque Cultural del Caribe la empresa privada fue muy importante, pero siempre se pensó que el apoyo público era indispensable. A nadie le ocurre mantener un Parque Cultural del Caribe por medios privados, eso no pasa ni en las ciudades más ricas del mundo. Allí hubo una ruptura que nos ha costado mucho, y siempre que paso por ahí me da una tristeza profunda e imploro que las autoridades locales se ocupen de eso y que le den prioridad. Y ahí volvemos a lo mismo: ¿dónde ponemos la plata?
Ahora, debo celebrar y reconocer que el alcalde Char le dio un apoyo importantísimo al Museo de Arte Moderno. Yo espero que ese sea el primer paso de algo grande en temas culturales. Sobre el Banco de la República: no puedo creer, me parece insólito, que se demoren 10 años en reconstruir la Amira de la Rosa, así se lo he hecho saber a la gente del Banco de mil maneras. Yo creo que la ciudadanía y la Alcaldía, sobre todo, no han reclamado con suficiente vehemencia mucha más celeridad en esas obras.
LSV: Hace más de un año murió Heriberto Fiorillo, director de La Cueva desde su reapertura. ¿Cómo le ha ido a La Cueva sin un grande?
AC: Eso es un pedazo del corazón que se me fue con Fiori. No sabes cuánto me dolió. Siento mucho personalmente su ausencia y La Cueva ni se diga. Nunca podremos reemplazarlo. Con Fiori me unió una amistad como de hermanos.
Recuerdo todavía cuando llegó a mi oficina, hace como 20 años quizá, que empezamos la recuperación de La Cueva. Lo tengo presente siempre. En realidad la gente se muere cuando lo olvidan, y ni yo ni la gente y mis amigos de La Cueva lo olvidaremos.