En diciembre del año pasado, durante una conferencia de las Naciones Unidas, la vicepresidenta Francia Márquez dijo que los estados miembro de esa organización debían “asumir acciones concretas de reparación histórica que contribuyan a transformar los sistemas coloniales”. La idea, de boca de la vicepresidenta de Colombia, carga el peso de pedirles a países desarrollados que se lucraron hace siglos de la esclavitud que paguen miles de millones de dólares.
Esta propuesta controversial ahora toma alas. El viaje que ella hará a África, entre el 10 y el 18 de mayo, allana el camino para esa reparación histórica.
Esa idea de reparar a los pueblos étnicos se complementa con la de conectar al Sur Global, que es un concepto adoptado por los políticos de izquierda y los académicos del poscolonialismo. La idea no es solo teórica, pretende que los países en vías de desarrollo fortalezcan sus relaciones diplomáticas entre sí para romper con la dependencia de los países desarrollados.
Ambas cosas fueron una promesa de campaña de Márquez y están en el corazón del proyecto político que ella y Gustavo Petro representan. Bajo la premisa de ser la vicepresidenta de “los nadie”, Márquez puso en el centro de su proyecto político a las poblaciones étnicas.
El regreso a la tierra de los ancestros
“Estamos convencidos de que el cambio también implica el fortalecimiento de las relaciones diplomáticas y el relacionamiento como países del sur-sur”, dijo Márquez el miércoles durante una audiencia en la Comisión Segunda del Senado. “Tenemos un gran interés de fortalecer las relaciones con el continente africano para trabajar en una agenda que nos permita enfrentar el colonialismo y el racismo que sigue afectando a millones de seres humanos en el mundo”, agregó la funcionaria de 42 años.
La idea aterriza con la apertura de una embajada nueva en Etiopía, que es la capital de la Unión Africana –a la que pertenecen 55 países– y de la que Colombia promete ser un observador más activo después de la visita. A esa expansión diplomática se suma el nombramiento de tres embajadores en Kenia, Sudáfrica y Ghana, y que son cercanos a ella y tienen un amplio recorrido en el activismo internacional afrodescendiente. La agenda de Márquez será visitar los dos primeros países y Etiopía.
África, con una población de mil millones de habitantes, es el continente con mayor potencial de crecimiento en el mundo, según el Banco Mundial. Es el lugar que alberga la población más joven del planeta –más de la mitad de sus habitantes serán menores de 25 años para 2050– y tiene la mayor zona de libre comercio del mundo.
Pero además, su conexión con América y Europa es estrecha e histórica. La diáspora africana, que es la población de afrodescendientes que viven por fuera del continente y que llegó a esos lugares producto del proceso de esclavitud en los siglos XVI y XIX, representa el 14 por ciento de la población mundial. “Somos el grupo étnico más grande del mundo”, dice Gustavo Lugo, Consejero Nacional de Planeación de poblaciones afro.
Con Colombia esa relación es aún más estrecha. “Es un continente en el que hay lazos que nos unen. Lazos que tienen que ver con una historia; una historia de colonización, de racismo y de esclavitud. Pero también con una historia de resistencia, de lucha y de dignidad”, dijo Márquez en el Senado.
En el país, según el Dane, son cerca de 10 millones de personas que hacen parte de la diáspora africana. A nivel mundial, Colombia es el tercer país con mayor porcentaje de afrodescendientes, después de Estados Unidos y Brasil, que tienen extensiones de tierra ocho veces mayor a la de Colombia.
Por eso, para Jerónimo Delgado, profesor de la universidad Externado y experto en estudios africanos, África es un aliado natural de Colombia. Compartimos historia, la posibilidad de una economía creciente y el camino a la paz que por ejemplo inició el año pasado Etiopía con una guerrilla de la región.
El impulso a una diplomacia negra
Sin embargo, los lazos que unen a Colombia con África son débiles en cuanto a esa cercanía histórica y cultural. El país tiene firmados cinco tratados de libre comercio, seis embajadas y es miembro observador de la Unión Africana. Pero desde hace 26 años, luego de Ernesto Samper en 1997, ningún presidente ni vicepresidente colombiano ha visitado ese continente ni habían hecho una apuesta tan activa para conectarlo.
Ahora, con Francia Márquez, la primera vicepresidenta negra de Colombia, lo que se abre es una puerta de conexiones culturales con África.
“Nacimos afuera de África por obligación. Por eso es tan simbólico que Francia vaya como vicepresidenta de nosotros los afrodescendientes, porque la mayoría de nuestros antepasados salieron secuestrados por la Puerta de Gorée en Senegal”, dice Consuelo Cruz Arboleda, activista afrodescendiente y política española nacida en Cali.
Esa expectativa muestra que la visita cambia la lógica con la que Colombia se ha acercado históricamente a África, y por otro lado, le da a Márquez el control de la iniciativa de la reparación histórica de las comunidades afrodescendientes. La reparación es la agenda con la que los nuevos embajadores llegarán a Kenia, Sudáfrica y Etiopía, y es la razón por la que Colombia quiere tener una participación más activa en la Unión Africana, que cuenta con grandes recursos de cooperación internacional para impulsar ese tema.
Según Delgado, “la idea es que nosotros empecemos a incursionar en la Unión Africana para poder aprovechar esas iniciativas. No podemos ser miembros de la Unión oficialmente, pero sí podemos tener una participación más activa”, explicó. Y de hecho ya se dieron los primeros pasos.
“Más allá de hacer una carretera, los referentes simbólicos mandan un mensaje a la sociedad colombiana”, dice Lugo. Para él y para Cruz, la visita es más un regreso. Es la reconexión que necesitan esos 10 millones de afrocolombianos, el 7 por ciento de la población del país, para reconectarse con sus orígenes y avanzar en el proceso de autorreconocimiento de su identidad.
“Los legados de la esclavización dejaron heridas profundas en África y en sus afrodescendientes. La reconexión va a ser una herramienta que les permitirá a los pueblos afro reforzar los vínculos de memoria. Ser un afrodescendiente que va a África es un sueño. Y este viaje también representa eso”, dice uno de los líderes afro que viajará a África con la vicepresidenta y que pidió no ser citado para hablar con libertad sobre esa agenda.
Junto a él habrá una comisión de 50 personas más, entre funcionarios del MinComercio, líderes afro, empresarios y cámaras de comercio del Pacífico (donde se concentra la mayor cantidad de afros en Colombia) y artistas afro. Una comisión que criticó la columnista Maria Isabel Rueda y la revista Semana por su tamaño. Pero según Cancillería, la comitiva del gobierno es de solo siete personas y las demás personas viajarán con recursos propios o de organizaciones de la sociedad civil. El Gobierno, además, justifica el tamaño de la comitiva en crear relaciones horizontales con África y no solo entre mandatarios.
El líder afro, también contó que para avanzar en la promesa de la reparación histórica, Colombia quiere reconocerse como parte más activa de la Unión Africana. “Ser parte de la sexta región es un proceso largo, pero el tema de la agenda es esa. Ya somos observadores de la Unión Africana, ya estamos ahí. Hay que avanzar y empezar”, dijo.
Hoy la Unión Africana, el organismo que une a los 55 países del continente, está dividido en cinco regiones para cumplir con sus objetivos, y desde 2012 reconoció a la diáspora como la sexta región.
La embajada que Colombia abrirá en Etiopía, la capital de la Unión Africana, actuará, a la vez, como representante de Colombia en ese organismo. Además, el gobierno nombró como embajadores a Daniel Garcés en Ghana, Pedro Cortés en Kenia y Charo Mina en Sudáfrica. Los tres son académicos, activistas, conocen o son cercanos a Francia Márquez y tienen una amplia experiencia en el activismo afrodescendiente internacional que entre otras cosas ha consolidado el discurso de las reparaciones históricas colectivas. Los tres cambian la narrativa de las anteriores embajadoras, que no tenían un discurso de reivindicación afro.
“Para los pueblos afro tiene un significado especial y se va a traducir en elementos de reconexión referidos a la memoria y a las agendas históricas y contemporáneas de reparación”, dijo el líder que viajará a África.
Contexto
El simbolismo de Francia Márquez
Julio 4, 2022
Los cabos sueltos
Aunque la nueva cercanía con África abre las expectativas en las comunidades afrodescendientes, el reto es conseguir los recursos que permitan sacar adelante las ambiciones diplomáticas.
Las nuevas embajadas en África están conectadas con la promesa que quedó en el Plan Nacional de Desarrollo de abrir 15 nuevas misiones consulares a lo largo del cuatrienio. Pero no está claro cómo lo van a lograr.
Hoy las misiones diplomáticas no dan abasto y por lo menos los poco más de 400 funcionarios que hacen parte de la planta externa de la Cancillería, están sobrecargados de trabajo.
“Lo que va a pasar es que vas a seguir tapando huecos con menos funcionarios. Funcionarios sobrecargados que tienen condiciones muy complejas, que tienen muchos problemas de salud mental. Hay alguien que se va a tener que desdoblar para que se puedan cumplir esas promesas”, le dijo a La Silla un funcionario del servicio exterior de Cancillería que pidió no ser citado para hablar con libertad.
Para ilustrar la situación está el caso de los consulados que Colombia quiere abrir en Venezuela. Según el canciller Álvaro Leyva, se tendrían que invertir más de 20 mil millones de pesos para lograrlo. Y hasta ahora, ese presupuesto no está contemplado en las cuentas de la Nación.
Es un problema que podría verse agravado en los próximos años pues un decreto del canciller ya limitó el ingreso a la carrera diplomática a 15 cupos, cuando en años pasados eran por lo menos 40.
Uno de los funcionarios en África, que pidió no ser citado para no tener problemas con sus superiores, dijo que es una problemática que ya se está considerando. Pero para él, un activista afro, la agenda de África es una prioridad: “La suerte de los territorios étnicos en Colombia está amarrada a la suerte del país y la suerte del planeta. Por eso la relación con África tendrá un impacto importante en el pueblo afrodescendiente, pero también para las otras poblaciones”, dijo.