La oficina de Laura Sarabia, la más cercana al despacho del presidente Gustavo Petro, permaneció vacía por un mes luego de su salida del gobierno. Pero hace tres semanas, cuando La Silla reveló ese dato, un nuevo inquilino se mudó a la segunda oficina más poderosa de la Casa de Nariño.
Es Carlos Ramón González, cofundador del partido Alianza Verde, excompañero de Petro en la guerrilla del M19 y quien desde mayo es el director del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre), cargo que antes ocupaba Mauricio Lizcano.
La salida de Laura Sarabia convirtió a Carlos Ramón, como es nombrado, en la nueva sombra de Petro; la persona que maneja la agenda del presidente y que lo acompaña todo el tiempo.
Se impuso en una disputa de poder no declarada que hay siempre en palacio. Una que no se mide en presupuestos o funciones. “Se trata de quién irradia el poder del presidente”, según lo describió una fuente cercana a la Casa de Nariño. Y otra agregó: “Es un poder difícil de ver. Pero se resume en quién está al lado de Petro cuando hay que tomar una decisión en cuestión de minutos”.
La toma verde de palacio
Carlos Ramón González concentra los dos principales poderes de la Casa de Nariño: por un lado, los temas administrativos y la contratación, con un presupuesto de 6 billones de pesos que ya tenía con el Dapre. Por otro lado, las funciones que tenía Sarabia: hablar con los ministros cuando Petro no lo hace (lo cual suele ser la regla), apoyar al Ministerio del Interior en las alianzas con el Congreso y, sobre todo, manejar la agenda del presidente y estar a su lado.
Ese poder se lo disputaron por dos meses Carlos Ramón y Vladimir Fernández, secretario jurídico de presidencia. Pero seis fuentes (dos de la Presidencia, dos de los ministerios y dos cercanas a Petro) coinciden en que Carlos Ramón se impuso. No necesariamente por la fuerza, sino porque su rol y su historia en el M 19 lo acercan más a Petro. Y su influencia en el Partido Verde, del que ha sido contratista, prestamista y dueño, lo vuelve estratégico en un momento en el que el gobierno no tiene garantizadas alianzas con los partidos.
El poder de González es visible fuera de la Casa de Nariño: maneja la agenda de Petro, lo acompaña en sus viajes y se sienta a su lado en casi todas las reuniones. Es su nueva sombra. Y, de forma menos pública, ese poder también se nota dentro de palacio: el tercer piso, donde están el despacho del presidente y las oficinas claves de la Presidencia, hoy es una sucursal del partido Verde.
Carlos Ramón ocupa a la vez su oficina en el Dapre y la de Sarabia, que juntas componen casi todo el tercer piso. El director del Dapre llegó a la Casa de Nariño con dos de sus asesoras que hoy son protagonistas diarias del gobierno. Ambas vienen del partido Verde y del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), bajo la dirección de Jorge Londoño, un aliado de González.
La primera es Lyda Zamira González, la directora administrativa y financiera del Dapre. Es decir, tiene a su cargo todo el funcionamiento operativo de Palacio: contrataciones, trámites para los desplazamientos del presidente y la vicepresidenta, entre otras funciones. González viene de ser la secretaria general del Sena, donde fue nombrada por Londoño.
Zamira González fue por años la directora administrativa del Partido Alianza Verde: la mano derecha de Carlos Ramón, y sus ojos en temas del manejo de los recursos del partido y asuntos cotidianos como la expedición de certificados de militancia. Hoy es los ojos de González pero en la Casa de Nariño. “Tiene mucho poder, pero un perfil muy operativo, que responde absolutamente a Carlos Ramón mientras él se concentra en otras cosas”, dijo una fuente del gobierno que ha visto de primera mano el rol de González.
La segunda protagonista verde de Palacio es Luz Ayda Gómez Durán. Es una periodista que fue editora política de Red Más Noticias, jefe de prensa y estratega de comunicaciones de la Alianza Verde en 2021 y que tuvo dos contratos en el Sena bajo la dirección de Jorge Londoño.
Luz Ayda Gómez maneja la logística de la agenda de Petro. Es la que coordina con los ministerios los eventos en los que estará el presidente, y está presente en la reunión semanal de agenda que hace Carlos Ramón con Casa Militar, la jefatura de seguridad de Presidencia y la Consejería de Comunicaciones, en la que se comunica la agenda.
Carlos Ramón se encarga de la línea estratégica de la agenda, mientras que Gómez de la parte operativa. Dos funciones que antes se concentraban en Laura Sarabia.
El contrato de Luz Ayda Gómez es por prestación de servicios por 101 millones de pesos. Fue firmado el 9 de junio y va hasta el 31 de diciembre de este año, es decir, gana alrededor de 16 millones de pesos al mes.
El objeto de su contrato no habla del manejo de la agenda, sino de “apoyar en la divulgación de la gestión gubernamental de la Entidad (la Presidencia), en concordancia con los lineamientos establecidos en la secretaría de comunicaciones”.
Eso coincide con la experiencia de Gómez, que ha trabajado como consultora en estrategia política. En la campaña presidencial fue asesora de la candidata Ingrid Betancourt, que tuvo varias salidas en falso. En su cuenta de Instagram se describe así: “Los políticos me buscan para salir en medios y gestionar crisis”.
Y antes de llegar al gobierno cuestionó, indirectamente, el manejo estratégico del gobierno, en el que Sarabia era protagonista.
El 10 de marzo, en plena primera crisis ministerial de Petro, publicó un video en su canal de Youtube en el que criticó puntos que coincidían con la situación del gobierno en ese momento. Desaconsejó, por ejemplo, “reaccionar a todos los temas” y “usar un lenguaje siempre a la defensiva, que no convoque. El verdadero cambio se genera cuando la gran mayoría de personas están de acuerdo”.
Desde la secretaría de comunicaciones dijeron que la estrategia no ha cambiado con la llegada de Carlos Ramón y sus funcionarias de confianza. Están a la espera de la posesión de María Paula Fonseca como nueva consejera de comunicaciones, tras la renuncia de Germán Gómez, que trabajaba en llave con Sarabia.
Pero oficialmente, según su contrato, la aliada de Carlos Ramón González sí tendría que ver con el futuro de las comunicaciones de Presidencia. Lo que le da otra ventana de poder al director del Dapre.
La burbuja verde y sus límites
El relevo en el poder dentro de la Casa de Nariño también se siente afuera. En general, según cinco fuentes consultadas de distintos partidos, la percepción es que el presidente está más encerrado. “Con Laura el presidente estaba lejos, pero las restricciones aplicaban para todos los sectores porque ella no tenía partido. Con Carlos Ramón hay favoritos”, dijo una fuente del gobierno que pidió no ser citada.
Los que perciben más apertura son, justamente, los del partido Verde, según coincidieron dos congresistas que dijeron que el canal con el presidente es Carlos Ramón, por encima del ministro del Interior Velasco.
En contraste, los sectores con fricciones con González o que simplemente no están en su agenda, como la bancada del Pacto Histórico, siguen con un contacto limitado con el presidente, según dos congresistas de esa coalición.
En cuanto a los ministros, el cambio en palacio no los afecta mucho. Los de más confianza de Petro, como Ricardo Bonilla, de Hacienda, siguen hablando directamente con el presidente. Y el resto “se han dado cuenta de que Laura no era el problema para verse con Petro. Es una característica de él”, dijo una fuente del gobierno que pidió no ser citada.
González ha aprovechado su cercanía con Petro para sus movidas políticas. Hace dos semanas, como reveló La Silla, ofreció el ministerio de Minas a un candidato a la gobernación de Santander, Fernando Vargas, ante la inminente salida de la exministra Irene Vélez. El ofrecimiento logró que Vargas se bajara de su candidatura y dejara el camino libre para Rodolfo Hernández, la apuesta de Carlos Ramón en las elecciones regionales.
Pero esa jugada también reveló los límites del poder del director del Dapre. Logró su objetivo inmediato de despejar la campaña en Santander, pero dejó claro que no tiene la influencia para escoger el gabinete. Petro no nombró a Vargas como reemplazo de Irene Vélez, sino a Andrés Camacho, un ingeniero eléctrico que viene del corazón del petrismo.
Su control de la agenda tampoco es absoluto. La semana pasada Petro faltó a dos eventos claves para González en Santander: la reunión con los alcaldes del área metropolitana de Bucaramanga y la sesión de “Gobierno Escucha” en el que dejó esperando a 5.000 personas, justamente en la región de Carlos Ramón. Aunque tiene en sus manos la agenda de Petro, González enfrenta las mismas barreras que tuvo Sarabia: el poder de Petro para pasar por encima de su consejo o de su itinerario.
Por ahora, sin embargo, es el que está más cerca del despacho presidencial. En palabras de una fuente que ha visto la influencia de González de primera mano: “En la Casa de Nariño hay banderas verdes. Pero el presidente ya ha demostrado que cualquier día se levanta y cambia el color de la casa”.