En la última marcha convocada por el gobierno, en junio, el presidente Gustavo Petro dijo ante una multitud en la carrera séptima: “No me inviten a los cocteles sociales de los banqueros, yo no voy”. Pero dos meses después el tono del presidente frente al establecimiento ha cambiado. El fracaso de varias reformas en el Congreso el semestre pasado, la captura de su hijo Nicolás Petro, y la posibilidad de un juicio político en su contra (por señalamientos sobre plata no reportada en la campaña), han devuelto a Petro a una estrategia más conciliadora.
En su discurso del 7 de agosto revivió la idea de un “acuerdo nacional”, que propuso cuando recién fue electo, pero en el que luego no hizo tanto énfasis durante el primer año de gobierno.
El acuerdo es una invitación a sectores fuera del gobierno, como partidos de oposición y empresarios, a ponerse de acuerdo en puntos comunes. En lugar de rearmar una coalición en el Congreso, que se rompió por la falta de apoyo a las reformas del gobierno, la idea de Petro es replantear su gobernabilidad con un acuerdo anterior al trámite legislativo. Uno que pasa, necesariamente, por sentarse con el poder económico que ha criticado.
“Hay que hablar con los factores de poder real. Tiene que haber un compromiso del poder económico, de los gremios, creo que no puede haber un acuerdo nacional que deje afuera a los actores reales de poder”, le dijo a La Silla Gabriel Becerra, representante del Pacto Histórico.
Pero más allá de la intención, incluso dentro del gobierno no hay una ruta clara sobre cómo aterriza ese acuerdo nacional. “Esperamos que nos den unas directivas. Tiene que ser sobre asuntos puntuales, no solo sobre hechos ideológicos. Por ahora no sabemos”, le dijo a La Silla una fuente del gobierno que pidió no ser citada.
Y entre los empresarios hay prevención porque otros intentos de diálogo, como el que se dio sobre la reforma laboral, no han sido exitosos.
Del balcón a la mesa de los banqueros
La idea de “acuerdo nacional” es un tema recurrente en la vida política de Petro, lleva más de una década proponiéndolo. Y también fue planteado días antes de ganar la segunda vuelta contra Rodolfo Hernández.
El primer intento concreto fue en junio de 2022, con una reunión con exministros de los gobiernos de Juan Manuel Santos y César Gaviria, exmagistrados de las cortes y empresarios para poner en negociación su plan de gobierno. El resultado de ese acuerdo fue la llegada al gabinete de ministros que no venían de la izquierda, como Cecilia López, José Antonio Ocampo y Alejandro Gaviria.
Pero la idea de un acuerdo con el establecimiento se desdibujó en el primer año de gobierno. Ocampo, López y Gaviria salieron del gabinete por diferencias con Petro sobre reformas, en especial la reforma a la salud.
El presidente apeló entonces al respaldo en la calle, pero se encontró con que es un terreno que se disputa con la oposición, que ha logrado convocar marchas grandes en su contra. Después, Pero intentó recomponer mayorías en el Congreso negociando uno a uno con los congresistas, pero esa estrategia tampoco ha dado los resultados esperados.
Petro hizo poco énfasis en la idea del “acuerdo nacional” en el primer año de gobierno. Pasó de ser su consigna principal como presidente electo a apenas usarla en Twitter, su principal canal de comunicación, una vez posesionado. La usó el 28 de junio de 2022, tras su reunión con Rodolfo Hernández, su rival en segunda vuelta. Y luego pasaron 10 meses sin mencionar el acuerdo nacional en su Twitter, y en esa ocasión como un pacto puntual para indemnizar a las víctimas del conflicto.
Recién ahora retomó la idea de un acuerdo nacional como un pacto con el establecimiento político y económico. Fue el centro de su discurso del 20 de julio de este año, en la instalación del Congreso. Y volvió a apelar al acuerdo en el cierre de su intervención el 7 de agosto en el Puente de Boyacá.
“El presidente se dio cuenta de que en lugar de invitar a gobernar al establecimiento con nosotros, lo que hay que hacer es sentarse con ese poder económico reconociéndolo como algo distinto del gobierno, pero con el que se puede llegar a acuerdos”, le dijo a La Silla una fuente de la Casa de Nariño que pidió no ser citada para dar detalles. Y agregó: “Esto se concreta sentando a Gilinsky con la UP. A Luis Carlos Sarmiento con Colombia Humana. Veo un presidente que quiere volver a ceder. Pero no con ingenuidad”.
María José Pizarro, senadora del Pacto Histórico y vicepresidenta del Senado, le dijo a La Silla que el acuerdo nacional tiene la misma idea del “diálogo nacional” de los ochenta, con el que se dieron los primeros acercamientos de paz entre la guerrilla del M19 y el gobierno de Belisario Betancur.
“Ya hay señales de ese acuerdo como el hecho de haber invitado a José Félix Lafaurie a ser parte de la delegación del gobierno en la negociación con el ELN, o haber acordado con él la compra de tierras para la reforma agraria. También las conversaciones que ha tenido el presidente con Álvaro Uribe. No queremos insistir en discursos de odio y confrontación. Y quienes los asumen son los que tendrán que asumir las consecuencias si no logramos la paz y superar la desigualdad”, dijo Pizarro.
Aunque se plantea como una alianza más allá del Congreso, el objetivo principal sigue siendo aprobar las reformas del gobierno. El ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, quien encabeza la discusión en el Congreso, lo describió en la comisión sexta como “un acuerdo nacional contra la violencia. Independientemente de nuestras posiciones políticas, porque para salvar la vida tenemos que hacer acuerdos. Y si hacemos ese acuerdo le pondremos más sentido político a las reformas. Y entonces ahí se abriría el debate de las pensiones, de la salud”.
Aunque no esté muy claro su contendido, Velasco deja implícito que el acuerdo precede las reformas, que por ahora están en pausa en el legislativo.
Sin una ruta clara para el acuerdo
Aunque hacia afuera se ha presentado como una prioridad para el gobierno, internamente la idea del acuerdo nacional no está en el día a día de la mayoría de ministros. “Estamos cero en función de acuerdo nacional. La prioridad está en subir la ejecución del presupuesto, que está muy baja”, le dijo a La Silla una fuente de un ministerio que pidió no ser citada.
Quienes se han sumado a la idea de Petro lo han hecho por su iniciativa, como la senadora María José Pizarro. “El problema es el cómo y vamos a hablar sobre el cómo. Como vicepresidenta del Senado y parte del proyecto político extiendo mi mano para dialogar. Los empresarios tienen mucho qué decir sobre la reforma laboral. Los viejos y viejas tienen mucho qué decir sobre la reforma pensional”, dijo Pizarro.
Desde los empresarios, sin embargo, miran con reserva esa mano tendida. “Nosotros hemos venido planteando este acuerdo desde el 12 de agosto de 2022”, le dijo a La Silla Bruce MacMaster, presidente de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi).
“De ese momento para acá no ha pasado nada importante. Hicimos el intento en la tributaria y no fue exitoso. Hicimos el intento en la laboral y no fue exitoso. Hicimos el intento en salud y no fue exitoso. Consideramos bienvenido cualquier planteamiento que revise la decisión del gobierno a ese respecto”, agrega MacMaster.
Una fuente de la Casa de Nariño, que pidió no ser citada, dijo que, aunque no hay un plan, el acuerdo es urgente. “Al presidente solo le queda un camino y es dejar las reformas. Él ya no se levanta políticamente de lo de Nicolás. Solo le queda dejar unos cambios aprobados. Y realmente le queda un año para lograrlo”.
Independientemente de la forma que tome, la idea de Petro es sentarse con lo que ha llamado “el poder real”. Es decir, el empresarial y el financiero. Por lo que la imagen en los próximos meses podría ser la contraria a la que prometió en su discurso en la Séptima: una cita en la mesa con los banqueros.