Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Aunque en los medios se ha presentado la relación del Presidente de la República con Germán Bahamón como tensa, existen algunos hechos que demuestran como esa tensión es solo apariencia, pues en el fondo entre ambas partes existen más coincidencias que diferencias. Veamos:
Al tiempo que unos 3.000 cafeteros de base protestaban en Armenia, Germán Bahamón, Gerente de Fedecafe se reunía con cuatro ministros del Gobierno Petro: el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla; el ministro de Comercio, Germán Umaña y la ministra de Agricultura, Jhenifer Mojica, en el marco del Comité Nacional de Cafeteros, en una reunión que algunos medios catalogaron como “tregua en las tensas relaciones”.
Por otro lado, aunque Petro lanzó una amenaza sobre la continuidad del manejo de los recursos del Fondo Nacional del Café desde el atrio en su reunión con cafeteros del Huila, lo cierto es que hasta el momento no ha aplicado la cláusula de terminación del contrato de manejo de dicho fondo.
Además, ni Bahamón ni Petro han atacado los problemas principales de las bases cafeteras: un precio interno inferior a los costos de producción que ocasiona pérdidas económicas a los cafeteros.
Contrario a lo que asegura el exministro de agricultura y hacienda, José Antonio Ocampo, en su última columna de El Tiempo, donde afirma que: “los precios son todavía superiores a los costos de producción”. Según varios expertos consultados, la producción promedio nacional de 10 arrobas tiene un costo de $184.125 por cada una, sin contar costos financieros ni de oportunidad de la tierra.
En el momento de escribir esta columna, la arroba se está pagando entre $110.000 y 120.000 pesos en distintas regiones del país, lo cual desmiente la afirmación del exministro.
Tampoco se han hecho cargo, ni el gobierno ni la federación, del problema que implican las importaciones de grano y la entrega del mercado interno, que hasta julio alcanzaron los 850.000 sacos.
Es inaudito que Colombia esté importando también semillas de café desde el Brasil, 52.800 kilos para ser exactos, como lo denunciaron en una columna reciente, Aurelio Suárez y el dirigente cafetero Duberney Galvis. Insólitamente, la dirigencia de Fedecafe defiende las importaciones y le da la espalda a los federados.
La quiebra de tres de las 33 cooperativas cafeteras ya denunciada en esta columna tampoco ha sido atendida. Durante el 2022, 14 de estas tuvieron números en rojo, otro problema sin atender.
El Gobierno y Federación se han reunido, pero el único acuerdo es la renovación de los cafetales y apoyo en compra de abonos.
El programa de renovación de Cafetales en Colombia requiere para cambiar la tendencia de envejecimiento de los cultivos, por lo menos intervenir 120.000 hectáreas por año, por lo que un programa con créditos como los que ofrece el Incentivo de Capitalización Rural (ICR), que solo cubre un poco de más de 6.700 hectáreas (2023 – 2024), es claramente insuficiente para solucionar el problema.
Si se considera que en Colombia hay alrededor de 970.000 hectáreas de café, aunque la cifra requerida suena ambiciosa a ese ritmo, solo se completaría la renovación total en el 2031. A este ritmo la tarea se completaría en el año 2043, otra muestra del desdén del gobierno y la dirigencia cafetera frente a la actual crisis.
El ICR, que costará 75 mil millones de pesos, es un pañito de agua tibia frente a los más de 500 mil millones que valdría, como mínimo, ajustar hasta el punto de equilibro el precio interno de dos y medio millones de cargas de café. El que hoy no llegue al 5 por ciento de las necesidades demuestra que no hay una política pública determinante para recuperar el sector.
Por último, no sobra hacer énfasis en que mientras la dirigencia de Fedecafe no cambie, este enfoque evasivo hacia los problemas de fondo de los cafeteros de a pie persistirá.
Se trata de 15 directivos. Algunos llevan más de 10 años en el poder y son verdaderos caciques cafeteros, su forma más reciente de atornillarse en el poder ha sido cambiar la forma democrática de elección por parte de los comités departamentales, como se hizo durante décadas, por un formato de elección entre ellos mismos, al estilo de “yo te elijo para que tú me elijas”.
A varios se los ha acusado, como se ve en esta publicación de la Unión de Cafeteros de Colombia, de evidente participación en política electorera en Risaralda.
Esta dirigencia actual está encabezada por el Señor Bahamón, quien en una entrevista reciente mintió sobre su sueldo, afirmando que es de 60 millones de pesos, cuando es de conocimiento público que está tasado en dólares y llega a los 30.000 mensuales.
Como se ve, la política cafetera del gobierno trata de centrarse en reducir costos y no en ajustar precios, es obvio que no se quiere asumir el costo fiscal de lo segundo.
Al igual que con el gobierno nacional, el cambio en la gerencia de Fedecafe no se nota, pues Bahamón y Petro siguen adoptando las mismas medidas que sus antecesores trataron de implantar. Sus diferencias son superficiales y les sirven a ambos para ocultar su negligencia para resolver los problemas reales de los trabajadores del café. Cortinas de humo.