Mientras la camioneta sale del norte de Bogotá, el concejal Samir Abisambra le da al conductor indicaciones sobre cómo llegar al barrio Los Libertadores, en la localidad de San Cristóbal, uno de los límites al suroriente de la ciudad.
El liberal repitió curul con más de 52 mil votos, el segundo concejal más votado de la ciudad. Luego de tomar la avenida circunvalar hacia el sur, el concejal pone la ruta en Waze hacia el barrio que desde hace tres años espera que el Acueducto le responda por una calle que nunca repavimentaron después de romperla.
La de Los Libertadores es solo una de las visitas que, todas las semanas, Abisambra o su equipo hacen en aquellos barrios en los que el IDU deja calles sin pavimentar, la Unidad de Servicios Públicos no pone un poste de luz o la Secretaría de Gobierno deja de contestar por un conflicto entre vecinos.
“Es mi forma de trabajar, mi equipo se mueve mucho para estar permanentemente generando resultados, obviamente genera muchos amigos y muchos enemigos. Pero chévere que vengas acá porque hace parte de hacer política”, dice el liberal.
Lejos de ser solo capital del voto de opinión, en Bogotá funcionan estructuras políticas de grupos organizados que consiguen votos con trabajos en los barrios más pobres de la capital, donde las necesidades de las personas se expresan de maneras concretas: hambre, delincuencia, falta de servicios básicos, etc.
Ante la pregunta sobre si su forma de hacer política es clientelista, por estar enmarcada en las gestiones, Abisambra contesta que “es una forma de hacer política”. “Al hacer la gestión, uno se va ganando los votos, y no solamente Samir, el 99% de los concejales”, explica el liberal.
En el caso de Abisambra, le ha funcionado. Tras 20 años en el Partido Liberal, tiene consolidada una estructura que intercambia su influencia en el Concejo, con gestiones para que las entidades del Distrito les respondan a sus votantes, que luego devuelven el apoyo en las urnas. Para hacer eso, Abisambra cuenta con personas de su grupo político que, desde la alcaldía de Claudia López, son funcionarios del Distrito.
En los últimos cuatro años la estructura creció. Hoy tiene al menos 36 puestos claves en alcaldías locales, curules de ediles, gestores de la Contraloría e, incluso, representantes suyos que llegaron a cargos clave en la Alcaldía.
Para hacer esta radiografía, La Silla Vacía habló con 15 fuentes que incluyen concejales, ediles de cinco localidades, candidatos a las alcaldías locales, funcionarios de la Alcaldía, y líderes de localidades para entender mejor cómo trabaja el grupo político de Abisambra en la capital.
El grupo político de Abisambra
En el garaje de una casa se reúnen cerca de 150 vecinos. La funcionaria del Acueducto trata de alzar la voz por encima de las quejas de los asistentes, a quienes les explica por qué la entidad en la que trabaja se ha demorado tres años en repavimentar las calles que abrieron para hacer arreglos.
“El Acueducto tenía un contratista que dejó el tema botado. Yo llevo dos años jodiendo con ellos porque tenemos un compromiso con la comunidad. Hoy deben estar berracos”, dice el concejal antes de entrar al encuentro.
La reunión la organiza César Paiba, un exedil de San Cristóbal que se quemó cuando intentaba repetir curul en las elecciones pasadas. Con Óscar Pulido, del equipo de Abisambra, organizan reuniones con la comunidad, el Acueducto y el contratista, para que el Distrito les responda a los más de 300 habitantes del barrio, que aún deben escalar piedras para llegar a sus casas calle arriba.
Como ocurre en el barrio Los Libertadores, Abisambra tiene un grupo político organizado en casi todas las localidades de Bogotá. A punta de reuniones, llamadas y seguimiento de obras, se gana los afectos de posibles votantes.
“La campaña no es un proceso de tres meses, es de cuatro años”, dice Abisambra. Cuenta que para su última campaña, su equipo hizo más de 1.200 reuniones políticas. “No fui a todas, pero traté de ir lo que más pude, para hacer presencia”, agrega.
El liberal nació en Montería, pero llegó a los 7 años a Bogotá y ha vivido en la ciudad desde entonces. Pese a tener el grupo político más organizado de la capital, el concejal de 47 años, sale a hacer sus visitas en jeans, saquito de lana y tennis, con una colonia que esparce entre sus seguidores con abrazos.
El concejal cosecha líderes locales, fundaciones o personas que tengan un proyecto político en cada una de las localidades para hacerlos parte de su equipo.
Además de reuniones políticas, los miembros de su organización hacen fiestas, entregas de regalos en Navidad, y celebraciones del día de la madre. En esos eventos resuelve los temas que preocupan a la comunidad, al tiempo que asegura votos para la siguiente elección.
De los nombres recolectados con fuentes y el mismo Abisambra, La Silla sistematizó 36 miembros de la organización en puestos clave en alcaldías locales y la administración de la capital.
En esa organización es central el rol de Óscar Pulido, quien empezó como líder social y político en la localidad de San Cristóbal. Después pasó a ser asesor en el Senado del liberal Horacio José Serpa y ahora es parte de la Unidad de Apoyo Normativo (UAN) de Abisambra, el equipo que asesora a los concejales. Pulido recorre las localidades haciéndole seguimiento a proyectos y comunidades de las que después reciben votos.
Abisambra cuenta que se van ganando los sectores “a punta de trabajo”. El proceso funciona así, los habitantes de un barrio buscan al concejal “porque han oído lo que hacemos en otras zonas”. En ese caso, el equipo del liberal “trabaja el sector”, hablan con los líderes de las Juntas de Acción Comunal y entienden cuáles son las necesidades particulares de cada sector. Con esas quejas en mente, llaman al IDU, a la Unidad de Mantenimiento Vial, la Uaesp o a la entidad que toque para que les resuelvan a las comunidades.
“Hay un barrio que se llama Aguas Claras, yo llegué cuando no estaba legalizado, llevo 10 años trabajándole. Lo legalicé, puse acueducto, vías, hasta puesto de votación, y ahí me saco 300 votos. Hay otros sectores que no funcionan. Bella Flor, en Ciudad Bolívar, le hice trabajo, de todo, y saqué 27 votos”, cuenta Abisambra.
Así llegaron a Los Libertadores, en la misma localidad donde empezó a hacer correrías el asesor Pulido. Después de la reunión con vecinos, quince personas se van hacia un costado de la calle y hacen un círculo, Abisambra queda parado en el andén. Desde su tarima improvisada, el concejal saluda a los miembros de su organización en ese barrio.
“Sabemos todo el trabajo y el compromiso que cada uno de nosotros tuvimos con la organización de Samir Abisambra, la idea era aprovechar que el jefe venía a la localidad para que les brinde también un saludo”, dice Michael Babativa, uno de los organizadores en Los Libertadores.
El concejal se dirige a su grupo. “Quisiera que hiciéramos una reunión. Aunque uno gane o pierda tiene que mirar qué pasó, César creció en votación y el partido perdió una credencial, la de César. Pero hace parte de la política, ¿qué vamos a hacer? ¿dejar todo tirado y esperar que otro coja nuestros espacios? Pues no”, dice.
Los asistentes hacen eco del “no” del concejal. “Hay que seguir trabajando, seguir construyendo, cosas como esta son las que nos hacen fuertes”, agrega el político.
Aunque César Paiba perdió su curul, el grupo de Abisambra mantuvo 15 puestos en las Juntas Administradoras Locales (JAL) en 14 de las 20 localidades de Bogotá. “Desde hace cuatro años, soy el concejal que más ediles tiene”, dice. Parte de esas personas que ahora tienen curul en las JAL alguna vez fueron líderes locales del grupo de Abisambra. “Ediles hechos en nuestra organización”, los llama el liberal.
Dentro su equipo hay varias personas que tienen fundaciones en las localidades, que les permiten un mayor acceso a las comunidades.
Es el caso de Elías Cubillos, que trabaja con Abisambra hace 20 años y tiene una fundación que promueve la seguridad y el deporte en Barrios Unidos. Carolina Montes, que fue candidata a la JAL y ahora es miembro de la UAN de Abisambra, hace parte de la fundación Plan cien mil sonrisas, que tiene más de 268 mil niños como beneficiarios en Ciudad Bolívar. Y Raúl Darío Guzmán, un exedil del grupo, es presidente de la Fundación por Amor a Usme.
El proceso le ha funcionado. Entre las elecciones del 2019 y las del 2023, el liberal aumentó su caudal electoral por más de 17 mil votos.
Además de los votos ganados con las gestiones, La Silla tuvo acceso a un mensaje del año pasado en el que se invita a un contratista de la alcaldía de Santa Fe a participar de un encuentro organizado por Lina Franco, esposa del alcalde de esa localidad Diego Herrera, para conocer a “un amigo que vamos a apoyar”.
Aunque La Silla no pudo confirmar si Abisambra es a quien apoyaron el año pasado, según seis fuentes cuentan que en las alcaldías locales que tienen padrino político concejal, estas reuniones con contratistas aumentan en época de elecciones. Las fuentes dicen que en esas reuniones les piden a los contratistas votos para apoyar al padrino de la alcaldía. Incluso, dos fuentes, confirman que les piden un número específico de votos por cada contratista. Sin embargo, estas cifras no pudieron ser confirmadas por el medio.
El impulso en la alcaldía de Claudia
Durante la alcaldía de Claudia López, varios funcionarios que conocían o eran parte del grupo político de Abisambra terminaron trabajando en administraciones locales o como funcionarios de la Alcaldía.
Es el caso de Humberto Duarte, quien estuvo en la campaña de Abisambra a la Cámara de Representantes en 2014, y después llegó a la Secretaría de Gobierno cuando estaba Luis Ernesto Gómez en la cabeza. Su cargo, que mantiene aún, es el de jefe de asuntos disciplinarios en esa cartera.
No es un caso excepcional. Durante la alcaldía de López, los contratos de prestación de servicio, las famosas OPS, crecieron en todas las alcaldías locales. Este tipo de contratos son la moneda corriente de la política para pagar favores.
Cinco de las fuentes del Concejo y Alcaldía contactadas para esta historia coinciden en que los nombramientos y el aumento de los contratistas durante la administración de López corresponden a un ejercicio de gobernabilidad de la exalcaldesa en el Concejo. Según esas personas, la alcaldesa recibía apoyos en el legislativo del Distrito a cambio de esos nombramientos.
Hasta la publicación de esta nota, ni el exsecretario ni la alcaldesa respondieron preguntas de La Silla sobre el tema.
El aumento en los contratos no corresponde a una respuesta al manejo de la pandemia, pues no todos los objetos de los documentos establecen propósito relacionados con ese tema.
“Cogieron la contratación de las alcaldías locales de caja menor de unos cuantos y por eso les interesa poner alcaldes ahora”, dice la concejal uribista Diana Diago, quien ha hecho varias denuncias sobre los líos de contratación e intereses en las alcaldías locales.
El poder de los concejales en esas entidades va más allá de solo poner a un alcalde que haga parte del grupo político, también son fuentes de burocracia y poder los entes de control como la Contraloría o la Personería distrital. Ambas entidades tienen oficinas en cada localidad, y le hacen control al alcalde local.
“En algunos sectores toca pedir permiso a x o y concejal antes de poder pavimentar una vía o poner un poste de luz”, le dijo a La Silla un concejal, quien pide la reserva de su nombre para no generar tensiones con sus colegas.
Otro funcionario de la alcaldía de Carlos Fernando Galán cuenta cómo, a la hora de sacar a ciertos funcionarios de las entidades, han recibido llamadas de concejales. “Le reconocen a uno que esa persona es ficha suya, y se vuelven intocables”, explica.
Ahora en el Concejo de la ciudad, Abisambra hace parte de un grupo de funcionarios que tienen experiencia en ese órgano. Los concejales cancheros estuvieron detrás de la designación de Rolando González, Cambio Radical, en la primera vicepresidencia, un puesto reservado para los partidos de oposición. En el Concejo entendieron la movida como una primiparada para la administración de Galán, que no ha abierto puentes ni canales para la negociación con los concejales.
Dentro de este grupo, Abisambra es uno de los líderes visibles. Para él, no obstante, “no hay G9, ni mucho menos”.
El caso fallido en Mártires
Juan Rachif es el alcalde local de Mártires desde el 2020. “A Rachif yo lo conozco desde hace muchos años”, reconoce el concejal.
El alcalde de la localidad hace parte de un grupo político que surgió en la ciudad desde la organización del Partido Liberal, cuando Horacio Serpa era de sus líderes más visibles.
Además de Rachif, el gerente local de la Contraloría —quien se encarga de revisar los procesos de plata y contratación en esa localidad— es José Ángel Espeleta. Si bien Espeleta no hace parte del grupo original del liberalismo en Bogotá, se acercó a Abisambra porque su hijo, Miguel Ángel Espeleta, es parte del grupo de ediles del concejal desde la campaña del 2019. Y nuevamente en la de este año:
Aunque son cercanos al concejal, según supo La Silla por una fuente al interior del grupo político, que pide la reserva de su nombre para no generar tensiones, la relación entre Espeleta y Rachif no es buena desde que el gestor de la Contraloría sacó un informe sobre la contratación de la alcaldía.
El gobierno de Rachif cierra su periodo con una ejecución presupuestal del 15 por ciento, de lo contemplado para el periodo 2023-2024 y con 17 de 23 proyectos sin ninguna ejecución. “Se recomienda fortalecer los mecanismos de control e implementar verdaderos instrumentos que dejen ver la gestión de la supervisión de los contratos”, se lee en un informe de la Contraloría distrital de 2023.
La alcaldía de Rachif ha tenido varios ruidos por sobrecostos en la contratación. Por ejemplo, como ha denunciado el edil Deevis González, del Centro Democrático, en la ejecución del día Comunal, en el que celebran a las Juntas de Acción de la localidad, hay sobrecostos como almuerzos de 125 mil pesos. O con la contratación de las barras de fútbol para hacer capacitaciones, que incluía el pago de $85 mil por cada clase, pero después llegaron los futbolistas a la JAL a contar que nunca les pagaron.
Pese a los resultados, Abisambra defiende a su grupo político. “Aquí estamos hablando de un alcalde y dos contralores de los 20 que hay en todas las localidades, cada uno de esos funcionarios tiene un amigo político”, dice.
La puja de estas elecciones locales
Desde hoy, el secretario de Gobierno, Gustavo Quintero, y el alcalde Galán harán las entrevistas a los 51 ternados de 17 localidades (todas menos Antonio Nariño, en donde ahora la Junta de Acción Local tendrá que ternar; Sumapaz y Usme, que deben repetir el examen). Después de las entrevistas, Galán es quien escoge al alcalde local de cada terna, con un nivel de discreción en el que siempre cuenta el cálculo político.
Para llegar hasta allá, los candidatos tuvieron que hacer un examen técnico, que el Distrito contrató con la Universidad Nacional. Uno de los candidatos, quien pide no publicar su nombre para no comprometer su proceso, cuenta que para hacer el examen había cursos dictados por los mismos partidos. “Estuve en uno del Partido Verde, después, cuando pasé el examen, me llamaron porque querían conocerme”, cuenta el candidato.
“El proceso de elección de alcaldes locales se ha convertido en un punto de honor para los concejales, algunos reconocen de antemano a sus candidatos, otros llaman después a reconocerlos”, explica una fuente de la Alcaldía, que pide la reserva de su nombre para poder comentar el detrás de escena del proceso.
Para esta elección, según el secretario Quintero, están mirando tres criterios en los candidatos: idoneidad, experiencia, y que haya una conexión para el trabajo conjunto con la Alcaldía. “Queremos trabajar para que aumente la articulación entre las alcaldías locales y la mayor, para que mejoren los resultados y la ejecución de las dos”, dice el secretario.
En las ternas hay varios nombres que sobresalen.
Pese a su mala ejecución, Rachif, el alcalde de Mártires, tiene a dos contratistas de su alcaldía en la terna que envió la JAL a la Secretaría. Se trata de Alberto Mario Orozco y John Jader Suárez. El primero trabajó como abogado en la alcaldía y el segundo, como es veterinario, en contratos de protección animal.
Una de las pujas centrales será en la localidad de Rafael Uribe Uribe, en donde tenía un fuerte trabajo social el exconcejal liberal Álvaro Acevedo, quien se quemó en las pasadas elecciones.
En Puente Aranda, según le confirmaron a La Silla dos fuentes que trabajan en la alcaldía local, los fuertes son los concejales liberal Germán García y verde Andrés Darío Onzága. A este último, en la localidad lo conocen como el “concejal bombillo”, por su participación en la contratación en temas de iluminación, según las fuentes consultadas.
En la de Usaquén, la candidata Lina Marcela Buitrago tiene el guiño del actual alcalde de la localidad, Jaime Vargas, según le confirmó a La Silla una fuente de esa alcaldía. Buitrago recibió el aval del Liberal en 2019 para lanzarse a la JAL. El lío ahora es que la oficina de Talento Humano de la Secretaría de Gobierno pidió excluirla de la terna, por no cumplir con la experiencia requerida, según un documento al que tuvo acceso La Silla. El documento era un borrador interno de la entidad, por lo que no quedó en firme esa inhabilidad.
En esa localidad, el grupo político de Abisambra es fuerte en el sector conocido como La Mariposa, en donde trabajan miembros desde hace años. Incluso, el presidente de la JAC del sector hace parte del grupo. Pero ahí la puja es con los candidatos de la terna que tienen el guiño del Nuevo Liberalismo.
Más allá de las pujas en las localidades, el apoyo que ha conseguido la organización de Abisambra tiene una dirección incierta. “No quiero aspirar más al Concejo, eso no quiere decir que no siga haciendo política, seguiremos haciendo política. A nosotros nos reconocen en Bogotá como un buen equipo político y nos toca seguir haciendo bien la tarea”, concluye el liberal desde la acera como tarima, frente a su equipo en Los Libertadores, San Cristóbal.