Alejandro Gaviria se empezó a acercar al petrismo con la idea de que sería una “explosión controlada”. La expresión, citada en el Financial Times, se volvió una frase célebre para justificar el apoyo de liberales a un gobierno de izquierda. Pero el despido ayer de Gaviria como ministro de Educación de Petro, en la primera crisis de gabinete de este gobierno, tuvo que ver más con la paranoia y los impulsos de Petro que con cálculos fríos de la política.
Fue una explosión descontrolada. Primero, porque genera un deja vú de la alcaldía de Bogotá de Petro. Recuerda rasgos del carácter del presidente, quien como alcalde cambió en el primer año a 38 miembros directivos, a varios sin avisarles previamente. Algo similar ocurrió con las otras dos ministras despedidas, la de Cultura y Deporte, daños colaterales del propósito principal, que era sacar a Gaviria.
Y segundo, al despedir a Gaviria, Petro se aleja de los sectores fuera de la izquierda justo cuando los necesita para aprobar sus reformas sociales. “La gobernabilidad de Petro está sostenida en tres pilares: partidos tradicionales, sectores liberales tecnócratas y movimientos sociales de izquierda. La salida de Alejandro golpea la tecnocracia y el mensaje para los otros es contundente”, dice el analista político Gustavo Duncan.
Duncan, profesor de la escuela de gobierno de Eafit, menciona las señales de la coreografía de la breve alocución presidencial: las dos ministras de las reformas que quiere impulsar, Corcho y Ramírez, a cada lado. El ministro Ocampo y la ministra de Agricultura, coautores con Gaviria del documento con las críticas a la reforma de la salud, atrás, con cara compungida.
Petro cobra la desconfianza y manda una advertencia
La salida de Gaviria tuvo que ver más con la desconfianza de Petro que con sus posiciones sobre la reforma.
La ruptura comenzó hace un mes. El 1 de febrero se filtraron cuatro páginas con críticas que el entonces ministro Gaviria había hecho en privado al proyecto de reforma de Salud liderado por Carolina Corcho.
Minutos después de la filtración, como reveló La Silla, la jefa de despacho de Petro, Laura Sarabia, llamó a Gaviria y le pidió explicaciones. Le dijo que debía retractarse, a lo que Gaviria se negó, y luego le insinuó que si no se aclaraba la situación el ministro debía “dar un paso al costado”.
Los ánimos se calmaron y al día siguiente Gaviria publicó dos trinos, acordados con Sarabia, con un mensaje de respaldo a Petro. Pero la desconfianza siguió. El 3 de febrero, cuando La Silla publicó la llamada entre Gaviria y Sarabia, ambos tuvieron otra conversación y la jefa de gabinete le exigió saber quién había filtrado esa información.
La Silla supo que ante la insistencia de la mano derecha de Petro, Gaviria, que estaba reunido esa tarde con su equipo, responsabilizó sin fundamento a su subordinada Marla Gutiérrez. La asesora, que lo acompañó desde que fue candidato presidencial, terminó señalada injustamente ante la paranoia desde la Casa de Nariño.
Aún después de eso Sarabia, la jefa de gabinete, mantuvo la sospecha sobre Gaviria, pues Marla Gutiérrez es su cuñada y ella se lo negó de primera mano.
Semanas después, ante la filtración que hizo la revista Cambio el domingo de otro documento, el primer señalado fue Gaviria. Dos fuentes cercanas al gabinete de Petro le dijeron a La Silla que quién había filtrado el documento no había sido el exministro de Salud. Sin embargo, la desconfianza ya estaba sembrada.
El documento es una carta de 17 páginas con críticas y sugerencias de cambios a la reforma. Fue escrito por Gaviria y por los ministros de Hacienda, José Antonio Ocampo; Agricultura, Cecilia López; y el director de Planeación, Jorge Iván González.
La misma noche del día en el que se filtró el documento, Gaviria fue citado a la Casa de Nariño, donde estaba convocada una reunión con las cabezas del Pacto Histórico. Ahí, según confirmó La Silla con dos fuentes cercanas al gabinete, le plantearon su salida. Y se lo confirmaron el lunes en la tarde en el consejo de ministros.
Las otras dos ministras que sacó Petro (María Isabel Urrutia de Deporte y Patricia Ariza de Cultura) no tuvieron el mismo trato. Ambas se enteraron el lunes por una llamada de Laura Sarabia minutos antes de la alocución presidencial, algo que reclamaron en medios. Según Sarabia, les iban a avisar presencialmente en el consejo de ministros, pero ellas no llegaron. Gaviria, sin embargo, era el único anunciado.
“El detonante de la salida de Gaviria es la filtración. Pero las otras dos salen porque iban muy mal. Solo recibíamos quejas de ellas”, le dijo a La Silla una fuente del gobierno que pidió no ser citada.
En el caso de Patricia Ariza, la renunciada ministra de Cultura, el quiebre fue un desencuentro sobre la política musical. “Petro cree que tenemos que tocar trombón y violín y ella quería un diálogo entre la gaita y el trombón”, dice una fuente de adentro.
Petro desde la alcaldía de Bogotá ha querido emular la propuesta venezolana de las orquestas infantiles, algo que reforzó hace poco la visita de la primera dama, Verónica Alcocer, a Venezuela para analizar la posibilidad de “adaptar a Colombia” el sistema venezolano.
Jorge Zorro, el dueño de la academia donde las hijas de Petro tomaban clases de música, venía trabajando como viceministro y fue a quien Petro dejó encargado del ministerio. Él defendía esta idea de Petro al interior del Ministerio y tenía un pulso con la ministra al respecto. Zorro es el excuñado del canciller, Álvaro Leyva, criado en la guerra fría en Rusia y muy cercano a Verónica Alcocer. Y la ministra Ariza, cuyo proyecto central era la paz, no estaba dispuesta a dar su brazo a torcer. De hecho, hace tres días circuló en los pasillos de MinCultura una propuesta de músicos tradicionales que iban a marchar en frente del ministerio para protestar en contra del proyecto sinfónico.
Una crisis que aleja a Petro del “frente amplio”
Juntar la salida de Gaviria con la de Ariza y Urrutia no logra opacar su simbolismo político.
Con Gaviria se va una de las voces liberales más vocales del gabinete “No parece que Petro sea bueno manejando disensos, no es conciliador. Es llevado de su parecer”, dice Mauricio Cárdenas, exministro de Santos y un agudo observador político. “Eso es grave pues los presidentes han tratado siempre de negociar para acomodar visiones diferentes y asegurar gobernabilidad. Ahí es donde veo el cambio más grande. Petro no solo no parece querer sino que no tiene la paciencia y el temperamento para eso.”
Ese mensaje hizo eco en el Congreso entre miembros de la bancada del liberalismo. “Queda en el aire el mensaje de que hay poca voluntad de escucha para sacar las reformas adelante”, dijo en Twitter el representante Juan Carlos Losada.
Incluso políticos que han estado más cerca de Petro, como Luis Ernesto Gómez, exsecretario de gobierno de Claudia López, anticipan una tensión por un movimiento “en favor del sector de izquierda de su gabinete”. “Si su legado está en la aprobación de las reformas en el congreso, es a sectores liberales y moderados a los que necesita”, afirma.
En el Pacto Histórico también lo leen como un respaldo de Petro a su base ideológica. “El presidente ha pedido coherencia con las reformas. Y lo real es que el Dr. Gaviria tiene diferencias”, dijo el representante de la Unión Patriótica Gabriel Becerra.
Los sectores que no son de izquierda pierden representación, no solo por la salida de Gaviria. La ministra que el presidente Petro designó inmediatamente para reemplazarlo en la cartera de Educación es Aurora Vergara, una aliada de la vicepresidenta, Francia Márquez. Y en reemplazo de Urrutia en Deporte, una persona con influencia en el mundo del deporte que había militado en el Polo, Petro nombró a una académica, Astrid Bibiana Rodríguez, sin trayectoria en el mundo político, que viene de ser profesora en la Universidad Pedagógica Nacional.
Sin embargo, según una fuente cercana al gabinete, al dejar a ministros críticos de la reforma como Ocampo y Cecilia López, Petro quiere mantener la idea de que está abierto a críticas. “El mensaje del presidente es: uno escucha voces diferentes, pero hay cosas que se van a hacer, que no son negociables”, dijo la fuente.
Esa estrategia de mostrar mano dura y a la vez mantener cierto tono conciliador la aplicó el presidente ayer mismo en la tarde, en su reunión con los presidentes de los partidos aliados: La U, el Liberal y el Conservador. “Hemos acordado que los presidentes de los partidos nos traerán propuestas para los artículos que consideren que deben ser modificados. En la democracia la diversidad es vital”, dijo Petro.
Con el primer revolcón ministerial, Petro demostró que su idea de lealtad es aún más vital para él.