Se repetirá la historia. La Cámara de Representantes no elegirá presidente para el periodo 2024-2025 de un único nombre propuesto por la Alianza Verde, a quien le corresponde el turno, sino que deberá escoger entre dos. Es la misma foto de la elección de la presidencia del Senado en el periodo anterior, donde la mayoría del partido apoyó a Angélica Lozano, pero la plenaria eligió a Iván Name.
En esta ocasión es Katerine Miranda, de Bogotá, la que, como Name, tiene el respaldo de los partidos de oposición al gobierno Petro y algunos independientes para ganar. El guiño del gobierno y de la mayoría del Verde lo tiene Jaime Raúl Salamanca, de Boyacá, y muy cercano al gobernador Carlos Amaya. (Consulte acá nuestro especial de Quiénes quién en el Congreso)
Es una historia conocida porque coincide con la llegada de un nuevo ministro del Interior; con las reiteradas quejas de unos congresistas por incumplimientos burocráticos del gobierno por lo que quieren mandar un mensaje de independencia; y con un cruce de cartas que apuntan a que la división Alianza Verde está próxima a terminar en una escisión.
La definición del pulso entre Miranda y Salamanca, o independiente vs. gobiernistas, se va a dar por unos pocos votos. Como son secretos, y la puja entre ambos es pareja, es imposible saber quién será el próximo dueño de la agenda en la Cámara de Representantes. Los dos bloques tienen cómo llegar a la cifra mayoritaria de 94 votos, en una plenaria de 187, en la que los apoyos un día están y al otro no.
Pero si por sondeos a boca de urna se tratara, la balanza se inclina hoy por Miranda.
Un acuerdo en el que los dos bandos tienen razón
Miranda y Salamanca tienen razones similares para reclamar la nominación única del Verde a la Presidencia de la Cámara.
Ella, de 37 años, tiene el respaldo de 11 de los 20 representantes de la denominada Coalición Centro Esperanza, de la que hacen parte la Alianza Verde, Dignidad, Nuevo Liberalismo, Verde Oxígeno y Gente en Movimiento.
Él, de 44 años, tiene el apoyo de 8 de los 15 representantes de la Alianza Verde.
A la luz de los acuerdos firmados por los partidos políticos en 2022 para la repartición de las mesas directivas del Congreso, los dos tienen argumentos para pelear. Pasa porque la cantidad y calidad de las dignidades que le corresponden a cada partido o bancada depende del número de curules que cada uno pone en la mesa de negociación, justo después de las elecciones.
En esa negociación, que se dio en el Grand Hyatt en junio de 2022, el Verde se juntó con Dignidad, Nuevo Liberalismo, Verde Oxígeno y Gente en Movimiento para llegar a la mesa con 20 curules. Así, se montó como la cuarta bancada más grande, detrás de la del Pacto + Comunes con 35, el Liberal con 33, y el Conservador con 27. Ese es el argumento de Miranda y sus aliados para pedir que la definición se haga con base en los 20, donde ella tiene 11.
Sin embargo, el acuerdo con los partidos no menciona en ninguna de sus cuatro páginas a la denominada Coalición Centro Esperanza. En los cuadros de repartición de los cargos directivos año a año se refiere únicamente a la Alianza Verde. Ese es el argumento de Salamanca para decir que la nominación le compete únicamente a los 15 representantes de la Alianza Verde, de los que él tiene abiertamente 8 votos, es decir, la mayoría.
Como los argumentos de lado y lado son fuertes, la dirección nacional de la Alianza Verde optará por dejar la elección en manos de la plenaria de la Cámara. Así, Miranda y Salamanca reeditarán la pelea Lozano-Name y será voto a voto.
Miranda y su apuesta por la mayoría silenciosa
En medio del receso legislativo y a una semana larga de la elección, en las oficinas del Congreso y en restaurantes aledaños, como El Ópera, los tintos y los almuerzos van y vienen en busca de votos. Y en cada encuentro hay cuentas de servilletas sobre cómo están los votos.
Miranda ha hecho una tarea fuerte entre los sectores de oposición e independientes para creer que puede estar por encima de los 94 votos. Pertenece a la Comisión Tercera, una de las económicas, donde esas facciones tienen peso y son muy unidas.
Así, se da por descontado que parte de una base de 40 votos de la oposición: 19 de Cambio Radical, 15 del Centro Democrático más Miguel Polo Polo, Marelen Castillo y Erica Sánchez.
Una bolsa a la que le va sumando a los independientes. De los 27 representantes del partido Conservador, una mayoría de entre 15 y 20 están contemplando votar por ella, según le dijeron a La Silla tres de ellos. Un grupo porque es de abierta oposición al gobierno Petro y ven en ella una garantía para hacer contrapeso. Ahí están, por ejemplo, Luis Miguel López o Juana Carolina Londoño.
Otro grupo conservador apoya a Miranda porque, aunque ha tendido puentes con el gobierno, se siente incumplido por acuerdos burocráticos. “Es un voto que sirve de mensaje de independencia para que valoren más al Congreso”, le dijo a La Silla un representante conservador que está liderando el bloque pro Miranda.
Al mandar ese mensaje, dice otro representante azul, cotizan sus votos en las plenarias para las iniciativas del gobierno.
“Esto queremos llevarlo lo más lejos posible para acompañar a Miranda, no queremos votar con el gobierno. Y nos hemos hecho los pendejos, no contestamos teléfono, chat, tratamos de que si vamos a votar no ser visibles para que no nos busquen. Queremos llevar la vaina bien lejos”, dijo.
Miranda también se ha movido entre liberales, que son 33. En esa bancada, según cuatro representantes de ese partido, hay unos 18 que le han cantado el respaldo. El jefe de campaña ha sido Álvaro Monedero, del Valle, compañero de Miranda en la Tercera, y un operador político clave en la Cámara.
En la bancada de La U, que tiene 17 votos, sumando a Jorge Cerchar y Rogelia Monsalve, del lado de Miranda podrían estar unos 10. Y de las 16 curules de paz, cinco.
Y es muy probable que incluso dentro del Pacto Histórico, con quien Miranda suele tener choques permanentes, haya uno a dos representantes que le terminen votando como protesta a los tratos del gobierno. Eso recuerda lo que pasó con Name, porque aunque el Pacto debía votar por Angélica Lozano, siempre quedó la sensación interna de que algunos no lo hicieron. En el acto de celebración de Name, que incluyó una copa de vino, aparecieron senadores petristas, como Isabel Zuleta y Gloria Inés Flórez.
En las cuentas de servilleta de los que están con Miranda concluyen, entonces, que si las elecciones fueran hoy, sumando los 11 votos de la Centro Esperanza, la representante podrían tener entre 95 y 105 votos.
La resurrección de Cristo
Las cuentas de servilleta de la campaña de Jaime Raúl Salamanca también marcan a su favor, pero no son tan evidentes. Y, sobre todo, dependerá del nuevo ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, consolidarlas y mantener el manejo de la Cámara del lado del gobierno, como lo han hecho en los dos años anteriores con David Racero y luego Andrés Calle.
Salamanca parte de un colchón de 27 representantes del Pacto y los cinco de comunes, que se la van a jugar a fondo para que Miranda no gane. En el resto, más que la afinidad por el boyacense va a pesar el guiño del gobierno con sus aliados. El exministro del Interior, Luis Fernando Velasco, dejó armada una estructura con operadores que terminaron del lado oficial por burocracia o por afinidad política.
Entre los liberales es muy seguro que con Salamanca estén las mujeres representantes. El grupo de las “Sin Piedad”, del que hacen parte todas las mujeres, menos la representante Piedad Correal de Quindío. Ellas están cercanas al gobierno porque les dieron el manejo de Findeter.
A ellas se les unirían unos 10 hombres para estar por encima de los 20 votos rojos. Entran Andrés Calle y Dolcey Torres, y otros representantes que necesitan mantener afinidad con el gobierno para conseguir recursos e inversiones en departamentos donde tienen gobernadores y alcaldes cercanos. Por ejemplo, el gobernador de Risaralda es Juan Diego Patiño, hijo del representante Diego Patiño.
El puente con gobernadores lo empezó a tejer ayer el ministro Cristo, cuando se reunió con los mandatarios departamentales por una invitación que le hizo Carlos Amaya, de Boyacá, y mentor político de Salamanca.
Dentro de los conservadores, Salamanca y el gobierno tienen de dónde echar mano. Ciro Rodríguez es compañero de Salamanca en la Comisión Sexta, y desde allá le están haciendo barra. Otro grupo de conservadores, liderado por Ape Cuello, tiene cuotas en el Ministerio de Deportes.
Sobre Ape, otro operador político de peso, hay versiones encontradas de con quién está. Del lado de los aliados de Miranda lo cuentan como una cabeza que está trabajando a la sombra, de los de Salamanca creen que debe llegar por su relación burocrática.
En las cuentas positivas de los pro Salamanca dicen que entre godos pueden pescar unos 15 de 27 si el gobierno llama al orden a los que tienen burocracia.
En La U, de los 17, cuentan a 12. Sostienen que es el número que el ministro de las Tic, Mauricio Lizcano, ha logrado alinear como padrino de esa bancada. Además, porque ahí se pueden contar votos como el de José Eliecer Salazar, quien ha tenido encontronazos fuertes con aliados de Miranda, como Caterine Juvinao.
El jefe de debate de Salamanca en La U es Julián López, quien también pertenece a la Comisión Sexta.
De las 16 curules de paz, en los dos bandos, dan por hecho que 10 van con Salamanca. Es el grupo que está impulsando a Jhon Freddy Núñez a la primera vicepresidencia de la Cámara. Cargo que, por cierto, también se definirá entre dos integrantes de esas curules. El otro es Jorge “Yoyo” Tovar, hijo del paramilitar Rodrigo Tovar o “Jorge 40”, que está del lado de Miranda.
En resumen, en las cuentas de los salamanquistas, creen que pueden asegurar los 94 votos. “También haciendo cuentas del que se enferma ese día y no vota”; dice un representante liberal que lo apoya.
Que los potenciales aliados del gobierno se mantengan sin Velasco y ahora con Cristo también va a depender de las garantías que ofrezcan desde Casa de Nariño. Por ejemplo, en el remezón ministerial salieron los dos ministros que tenían más afinidad con los liberales: Catalina Velasco, de Vivienda, y Néstor Osuna, de Justicia. Sus reemplazos no son liberales.
Jaime Ramírez Cobo, quien es el enlace de la poderosa Laura Sarabia con el Congreso para llevar y traer razones a los congresistas, no volvió a aparecer en las sesiones desde hace más de un mes. Y eso molestó a algunos congresistas que estaban esperando apoyos burocráticos y compromisos de inversión para sus regiones. “Jaime se perdió mes y medio, a nadie le contestó más. Entonces mucha gente anda como sentida por eso”, dice un representante conservador.
El ministro Cristo ya empezó a moverse para tratar de enmendar esas quejas. Aunque dijo que el gobierno no se va a meter en la elección de presidente de la Cámara y buscará que haya un único candidato de consenso, lo cierto es que sí ha citado almuerzos y tintos a las bancadas para ambientar un nuevo momentum político.
Es algo que él ya sabe hacer. Como ministro del Interior del gobierno de Juan Manuel Santos, Cristo se convirtió en uno de los principales mensajeros del cruce de la mermelada entre el Congreso y Presidencia, que permitió que la aplanadora de la Unidad Nacional funcionara.